Dos veces por semana, los lunes de 18 a 21 y los jueves de 9 a 12, la tranquilidad habitual de la Biblioteca Franklin se ve, simpáticamente, alterada por las voces y sonrisas de chiquilines a quienes, justamente por su edad, la mayoría menores de diez años, les resulta casi imposible mantener el silencio cuando consiguen coronar un peón o le jaquean el rey a su ocasional adversario.

Los comentarios surgen espontáneos, propios en estas tiernas personitas que encontraron en el Ajedrez una manera de expresar sus inquietudes.

Francisco Armendariz, es desde hace dos años quien dirige este espacio que la Municipalidad de la Capital, en convenio con la Biblioteca, abrió para enseñar los secretos del milenario Juego-Ciencia.

 

A partir de los 8 años los chicos pueden participar en torneos para jugadores amateur. Desde los 12 hay competencias en los Juegos Evita.

En los mismos horarios, pero en oficinas de la dirección de Deportes capitalina Fabian Monardez dicta clases a alumnos adolescentes y adultos.

"Acá vienen chicos de distintas edades, a veces vienen diez otras ocho, en este tiempo la asistencia se reduce porque están en época de exámenes en los colegios", contó Armendariz, un mendocino afincado en San Juan que desde el año 2000 juega de manera aficionada.

El pasado jueves compartieron clases Luis (5 años), Alejo y Julieta (6) y Agustín (9). Todos ya juegan, pero empezaron con lo básico, que es la disposición de las piezas en el tablero. "Es normal que se arme mal", acotó Armendariz.

El proceso posterior incluye todos los rudimentos del juego, hasta llegar a funciones avanzadas de defensa y ataque. Los instructores y la Biblioteca cuentan con material didáctico al que los alumnos pueden acceder de manera gratuita.

 

Ayer, en Plaza Hipólito Yrigoyen, se cerraron las clases de todas las escuelas deportivas, las dos de Ajedrez retornarán a mediados de febrero.

"Es importante destacar que cada uno de los chicos tiene un seguro y una ficha médica", contó el profesor, que aparte de enseñarles los secretos del Ajedrez, propicia el compañerismo. "Todos traen su merienda y compartimos un momento de descanso conversando sobre sus actividades escolares y demás. El grupo es muy lindo", graficó.

La carrera de peones, es una de las actividades que le enseñan a los chico a calcular cuando y como comer una pieza rival, porque hacerlo puede significar llegar a coronar su peón o quedar expuesto a la coronación de uno rival.

Consultado sobre cuál es el mayor desafío en la enseñanza a los niños, Armendariz no duda: "conseguir que mantengan la atención". "De por sí su curiosidad los lleva ser un poco dispersos, pero es realmente asombroso ver como a medida que van aprendiendo y empiezan a jugar partidos, como van adquiriendo la serenidad necesaria para practicarlo", afirmó el instructor.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Ajedrez es materia curricular de séptimo grado. Otras provincias que lo incluyen como parte de la enseñanza escolar son Salta, Santa Fe y Posadas.

 

 

El "Sarmientito" de los trebejos

 

Agustín Elizondo tiene 9 años, pasó a quinto grado en el Colegio Nuestra Señora de Luján. Por decisión propia comenzó a jugar al Ajedrez en febrero pasado y desde entonces tiene asistencia perfecta a las clases en la Biblioteca Franklin.

Mientras abría una botella de una bebida de su merienda, contó que "para el Día del Niño pedí un juego y ahora me encanta ponerme a practicar jugadas en mi casa", cuenta el pibe que es hincha de Boca y que también no se pierde clases en la escuelita de fútbol que funciona en su colegio. "Me gusta jugar de defensor", explica quien en el Ajedrez suele ser bastante ofensivo.

Su meta cercana pasa por participar en los encuentros que se hacen con otros municipios y luego empezar a competir de manera amateur. "Este año hice el curso de la nimzoindia que dio un maestro de San Luis", contó entusiasmado el chiquilín que, llueva, truene, corra viento Zonda o haga frío no deja de asistir a clases para divertirse con sus amiguitos.

 

Emilio un canto a la vida

 

Cuando tenía 17 años, la vida de Norberto Emilio González dio un giro inesperado. Un aneurisma cerebral disminuyó sus capacidades motoras. Ayudado por el amor de sus familiares, el joven fue lentamente adecuándose a su nueva situación. Con la atención de acompañantes terapéuticos y enfermeras fue superando nuevos desafíos.

Hoy, con 40 años, y después de haber logrado metas como las de participar en un taller de literatura, es uno de los más entusiastas alumnos de la escuela de Ajedrez de la Municipalidad de la Capital.

"Este año se propuso aprender a jugar Ajedrez y ha comenzado a tomar clases de ingles", contó Rosana, la enfermera que lo ayuda a colocar las piezas en distintas posiciones, por la limitada movilidad de su brazo derecho.

"Es un jugador muy posicional", acota Armendariz, suele jugar la apertura española (peón dama) debemos darle a su juego mayor agresividad por lo que también estamos practicando la apertura de peón rey.

Emilio se comunica con el instructor a través de sus ojos. Con dos pestañeos da su conformidad sobre la jugada próxima y a cada movimiento lo anuncia mediante un sonido gutural para que se lo ayude a colocar la pieza en cuestión, en este caso una torre en la fila 7 realizando un doble ataque de torres sobre el rey adversario que derivará, en un par de jugadas en un jaque mate o provocará la rendición de su ocasional rival que quedó en desventaja posicional.