Cuarenta años de reinado como segunda potencia mundial han concluido para Japón, un milagro económico que cae abatido por el peso de su deuda pública, una endémica deflación y el rápido envejecimiento de sus habitantes.
El Producto Interior Bruto (PIB) de la emergente China supuso en 2010 algo más de 6 billones de dólares, un valor en términos nominales que ni por asomo alcanzará Japón pues se calcula en menos de 5,5 billones.
Aunque habrá que esperar a que el 14 de febrero divulgue el dato de crecimiento nipón en el último trimestre del año, el Gobierno de Japón dio ayer por descontado que la vecina China lo ha superado ya como segunda economía mundial.
Y, a la manera japonesa, el ministro de Política Económica, Kaoru Yosano, pidió aprovecharlo como una oportunidad para reestructurar la economía en búsqueda de una mayor innovación, al tiempo que consideró beneficioso para Japón el fuerte crecimiento chino.
Hace cinco años el valor nominal de la economía de China era la mitad del de Japón, que, con Pekín como primer aliado comercial, se aprovecha de ese creciente apetito por el consumo, mientras lucha contra una deuda pública cercana a duplicar su PIB y la deflación.
Con el 23% de sus 127 millones de habitantes ya mayores de 65 años, la derrota del aletargado Japón frente a su imparable vecino chino, con una población de 1.300 millones, era desde hace tiempo una muerte anunciada.
Lo extraño es que no ocurriera antes. La economía nipona lleva desde finales de los "90 en crisis, atenazada por la constante caída de los precios, un lento ritmo de crecimiento, el escaso consumo privado y su fuerte dependencia de unas materias primas que no posee.
Ese cóctel negativo, que hundiría a cualquier otra nación, la atenúa en parte Japón por el mayor nivel de ahorro del mundo, sus constantes avances en innovación tecnológica, sus elevadas reservas en divisas y un potente músculo exportador.
Dos décadas después de una guerra que lo devastó, Japón se coronó en 1968 segunda potencia mundial aupado por la fortaleza de su industria pesada y la inversión en tecnología.
El país asiático alcanzó su cenit en los "80, cuando su pujanza era tal que se hablaba de la posibilidad de que pudiese superar a EEUU como primera economía mundial.
Sin embargo, hacia finales de esa década el exceso de capital acabó conduciendo al estallido de una burbuja financiera de la que nunca se ha recuperado del todo y que hoy mantiene unos tipos de interés a cero para estimular una demanda que no aumenta.
En esa época tiene su origen la monumental deuda pública japonesa, la mayor del mundo desarrollado, que es uno de sus grandes males junto a la deflación y la actual fortaleza del yen que encarece sus exportaciones, de las que Japón es muy dependiente. Hoy, al dar por hecho su pérdida de peso económico frente a China, los analistas nipones resaltaban no obstante el elevado nivel de vida y el envidiable nivel de reparto de la riqueza en una nación sin apenas desequilibrios sociales.
En Japón la renta per cápita fue en 2010 de 42.431 dólares frente a solo 4.412 dólares de China, próximamente la que tenía este país en los "60, según el diario económico Nikkei.
De acuerdo con estimaciones, China podría superar a EEUU (hoy con un inalcanzable PIB de 14 billones de dólares) como primera economía mundial dentro de veinte años y otra nación emergente, la India, se convertiría en 2028 en la tercera potencia. Para entonces, se calcula que la población activa será de poco más de 55 millones de trabajadores en Japón, un país que ha visto aumentar su deuda pública hasta el 183 por ciento del PIB al tiempo que su población envejecía progresivamente.