Buenos Aires, 11 de enero.- Ayer, entre las 17 y las 0 horas, cientos de familiares, amigos, personalidades de la cultura y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se hicieron presentes en la entidad para rendir homenaje a la artista que dejó una marca innegable en más de cinco generaciones de argentinos.
La obra de esta poeta, escritora, cantautora, dramaturga y compositora nacida en la localidad bonaerense de Ramos Mejía el 1 de febrero de 1930, es un muestrario de consecuente construcción de una cultura popular sostenida en la calidad y en la innovación.
Esa premisa que signó sus creaciones alumbra desde un vigente cancionero con una vasta producción supuestamente orientada a los niños pero de una hechura tan cuidada y notable que excedió a la audiencia infantil.
"Manuelita", "La vaca estudiosa", "Canción de Titina", "El Reino del Revés", "La pájara Pinta", "La canción de la vacuna", "La reina Batata", "El twist del Mono Liso", "Canción para tomar el té", "En el país de Nomeacuerdo" y "La familia Polillal" son parte de un repertorio que logró que los chicos dejaran de ser los "parientes pobres" de la cultura y recibieran un legado artístico que ha atravesado el tiempo.
Esas canciones originalmente pensadas para los pibes argentinos abrieron un mundo estético que modificó la escena de la música para niños en Iberoamérica y aún hoy son una referencia contra tanta burda ligereza que golpea a los pequeños convertidos en parte de la cadena de consumo.
Antes de alumbrar ese universo, los primeros palotes musicales los compartió en los 50 con su pareja Leda Valladares, 11 años mayor que ella, quien le enseñó canciones folclóricas de tradición oral del noroeste argentino para conformar un dúo que brilló en París y también llegó a la Argentina para abrir las puertas de unas raíces negadas y ninguneadas.
Ya familiarizada con ese discurso musical fue urdiendo un repertorio de tenor más adulto desde el que bosquejó su compromiso y en el que destacan, entre otros, "La cigarra", "Zamba de Pepe", "Serenata para la tierra de uno", "Los ejecutivos", "Vals municipal", "Oración a la Justicia", "Dame la mano y vamos ya".
En paralelo se desplegó en su ámbito natural de la literatura publicando, entre otros, "El reino del revés", "Cuentopos de Gulubú", "Hecho a mano", "Juguemos en el mundo", "Tutú Maramba", "Canciones para mirar", "Zoo Loco", "Dailan Kifki" y "Novios de Antaño".
El influjo de esa obra llegó a los teatros de la mano de títulos inoxidables como "Canciones para mirar" y "Doña Disparate y Bambuco" que cada temporada se las ingenian para regresar a las salas y exhibir la vigencia de un discurso estético en el que florecen las palabras y las ideas.
En 1999 "Manuelita la tortuga" llegó al cine, en dibujos animados, de la mano de Manuel García Ferré, convirtiéndose en un éxito de taquilla y un homenaje al personaje más entrañable de la talentosa creadora.
La magnitud de ese trabajo profuso e incansable hizo que en 2008 Gerardo Sofovich dirigiera en su homenaje "Varieté para María Elena", en la sala porteña del Tabarís.
Otro de los innumerables tributos, "Cantamos a María Elena Walsh", quedó plasmado en un disco que grabaron artistas de la talla de José Luis Perales, Joan Manuel Serrat, Manuel Wirtz, Patricia Sosa, Los Pericos, Ana Belén, León Gieco, Víctor Heredia, Palito Ortega, Víctor Manuel, Juan Carlos Baglietto, Cuti y Roberto Carabajal, Teresa Parodi, Pedro Aznar y Lito Vitale.
María Elena falleció ayer a la mañana en el Sanatorio de la Trinidad después de una prolongada internación a causa de su cáncer óseo y sus restos serán inhumados desde las 11 en el Panteón que la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) posee en el Cementerio de la Chacarita.