Tienen sus reglas claras. Y por supuesto, quien los elige, debe conocerlas de antemano y fundamentalmente debe estar dispuesto a acatarlas. Los hostels son un modo particular de alojamiento: que no se ciñen a las estructuras cerradas de un hotel pero tampoco son tan libres como pueden ser campings. Son, espacios dónde el turista se puede alojar en una habitación privada aunque en la mayoría hay dormis y baños para compartir, palabra clave para este tipo de hospedaje.

Es que allí todo se comparte: la cocina, los espacios destinados a la diversión como el comedor con el televisor para ver un partido, hacer una fiesta y hasta una guitarreada; el patio con su mesa de ping-pong para hacer un desafío al compañero de habitación que ha llegado de la otra punta del mundo, su pileta o su parrillero para hacer un ‘asado comunitario”. Justamente el leit motiv de estos hospedajes no pasa sencillamente por la comodidad sino por generar un ambiente y una convivencia intercultural, a cambio de pagar un precio bastante menor al de un hotel. Hasta hace poco, los jóvenes eran casi clientes exclusivos, pero cada vez más, a juzgar por la opinión de los usuarios, también son elegidos por personas adultas, matrimonios e inclusive familias que los toman como una alternativa interesante, una parte más del anecdotario del viaje.

El mayor potencial para los hostels está en Europa, de todos modos, Latinoamérica, y por ende Argentina, va creciendo la cantidad de oferta de este tipo.

‘Estuve un mes, hace poco más de un mes, en distintos sitios de Perú, Ecuador y Chile. Y siempre me alojé en hostels. La experiencia de compartir todo es tan linda que la recomiendo a todo aquel que vaya a planificar un viaje”, cuenta Carla González, quien tiene 25 años y salvo una estadía corta de tan solo 2 días en un hostel en Buenos Aires por un viaje con sus compañeros de la universidad, jamás se había alojado en este tipo de hospedaje. Ella y su amiga al principio pedían una habitación doble pero con los días y tras comprobar que todos los viajeros tienen las mismas intenciones, se animaron a compartir la habitación con personas desconocidas.

‘A veces uno tiene muchos prejuicios. Pero después se da cuenta que está equivocado, va conociendo y se relaja un poco. Lo mejor que nos pasó es compartir la habitación porque nos hicimos grandes amigas del resto. Lo mejor que tienen los hostels es la posibilidad de conocer gente de todo el mundo’, agrega.

Como Carla, otra sanjuanina, Piera Ciribeni, una arquitecta de 28 años, dice que son ideales para conocer gente. ‘Hace un año me fui a hacer una pasantía a Europa y tuve la posibilidad de quedarme unos meses mas para recorrer Austria, Estambul, Croacia, Grecia. Solamente me alojé en hostels y fue muy bueno para mí que viajaba sola. A tal punto que en uno de los destinos compartí habitación con una estadounidense, una china, una japonesa, una alemana y una italiana. No solo la pasamos genial sino que con la italiana seguimos en contacto hasta hoy. Fui hasta su casa’, asegura Piera, quien volvió tan entusiasmada que hasta convenció a sus papás que elijan esta modalidad de alojamiento para un viaje similar. Ella considera que no encontró aspecto negativos en ninguno: ni inseguridad, ni falta de higiene, entre otros detalles.

Los hostels no están catalogados por categorías como los hoteles. Pero sí hay algunos mejores equipados que otros. Algunos ofrecen algunas habitaciones privadas para hasta 4 personas con su baño privado. Aunque la mayoría de sus habitaciones son compartidas entre 8 y 12 personas. Y tienen un baño común. Hay un detalle: este tipo de dormitorio están separadas por sexos.

En algunos hostels hay una persona que se ocupa de hacer la limpieza general. Pero la regla es que cada uno limpia lo que ensucia, ya sea la cocina o el baño inclusive.

El contador Alberto Sendra, es el propietario del San Juan Hostel -ubicado en la Avenida Córdoba, en plena ciudad- y a su vez, tiene otro en Madrid. Dice que pese a estar en lugar disímiles, las propuestas son idénticas. ‘Se genera un ambiente muy cálido porque generalmente se aloja gente ávida por recibir recomendaciones y hacerse amigos. Yo por ejemplo promuevo eso haciendo asados o paellas para compartir entre todos”, cuenta.

‘A veces pueden costar igual que un hotel de una estrella. Pero eso depende de la onda del viajero”, coinciden Silvia Yafar y Nicolasa Montes, propietarias de Money Tur y la Agencia Dante Montes respectivamente. Difícilmente a ellas les llegan clientes que les piden reservas en este tipo de alojamientos. De todos modos coinciden que son mucho más baratos que los hoteles tradicionales. Especialmente en destinos caros como pueden ser Londres y Estados Unidos.

Lo cierto es que mientras un hostel en Europa o los países latinoamericanos de ‘moda”, como pueden ser Perú o Ecuador, puede llegar a costar , en la Argentina se consigue pasar una noche por poco más de $100.