Tras una agresiva campaña que polarizó al país como pocas veces, y con el mundo conteniendo el aliento, Estados Unidos elegirá hoy al presidente entre la experimentada dirigente demócrata Hillary Clinton y el magnate republicano y neófito político Donald Trump, dos candidatos con niveles de impopularidad sin precedentes.
Un récord de más de 200 millones de personas están habilitadas para votar en los comicios, en los que Clinton aspira a convertirse en la primera mujer en la historia en llegar a la Casa Blanca y Trump busca capitalizar el descontento con la clase política tradicional y acceder a su primer cargo en la gestión pública.
El ganador sucederá al demócrata Barack Obama, el primer presidente negro del país, quien deja el poder con un alto nivel de popularidad tras dos mandatos con logros como recomponer los lazos con los aliados tradicionales tras la invasión unilateral de Irak de 2003 y sacar a la nación de su peor crisis económica en 80 años.
Clinton, de 69 años, y Trump, de 70, llegan al día más esperado del largo año electoral en un virtual empate en intención de voto, lo que extiende la incertidumbre hasta el minuto final.
Las últimas encuestas muestran a Clinton entre tres y cinco puntos por encima de su rival republicano, aunque los promedios de los sondeos más recientes apuntan a un final de bandera verde, con Trump liderando en algunos de los estados más decisivos a la hora de alzarse con el premio mayor de la Casa Blanca.
El presidente de EEUU no es elegido directamente por el voto popular, sino de manera indirecta por un Colegio Electoral, y todos los analistas coinciden en que Trump tiene un camino mucho más angosto y difícil que su adversaria para alcanzar los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Presidencia. Así, la batalla se definirá en un puñado de unos 12 estados clave que suelen cambiar de manos de una elección a otra, de los cuales Florida es el más poblado y valioso, con 29 votos electorales. No hay forma de que Trump gane sin ganar Florida, donde Clinton lo aventaja por un punto porcentual en el promedio de encuestas.
En una nueva señal de alarma para el republicano, tres nuevos sondeos mostraron ayer que Trump sigue sin poder superar su techo del 43% de intención de voto a nivel nacional, lo que habla de su persistente incapacidad de ampliar sus apoyos a los votantes indecisos, los independientes o los integrantes de minorías. Trump mantiene su principal base de apoyo, los blancos con bajo a medio nivel educativo, pero parece no ser capaz de expandir su base o ganar los estados clave como Florida, Colorado o aun la republicana Arizona. Estos estados tienen importantes comunidades de latinos, a quienes Trump ofendió profundamente acusando a los inmigrantes mexicanos de ‘violadores‘ y narcotraficantes y prometiendo construir un muro de concreto en la frontera con México para detener el ingreso de drogas y de indocumentados.
Clinton recibió ayer una buena noticia, cuando el director del FBI, James Comey, informó al Congreso no haber hallado pruebas de que la demócrata deba enfrentar un proceso penal por haber usado una cuenta de email personal, y no la oficial, cuando fue secretaria de Estado.
El magnate neoyorquino, quien llevó adelante una campaña populista y nacionalista que caló hondo entre los blancos de clase trabajadora aquejados por la desindustrialización de algunas zonas del país y la pérdida de
empleo, ha prometido deshacer el legado progresista de Obama, incluyendo su histórica reforma de Salud, así como reconstruir unas Fuerzas Armadas agotadas, renegociar acuerdos de libre comercio y revisar las alianzas.
Hillary, por su parte, promete continuar los logros de Obama pero también corregir lo perfectible. Su plataforma económica incluye una fuerte suba de impuestos a los más ricos y una rebaja de la carga fiscal para lo de menores ingresos.
Ultra seguridad
Las autoridades de Nueva York anunciaron ayer que, con motivo de las elecciones, la ciudad estará bajo un alto nivel de vigilancia, con una ‘extraordinaria‘ presencia de policías en las calles. 500 agentes del comando de respuesta crítica, que jugarán un papel crucial durante la jornada.