Este año deseamos desde estas páginas de Suplemento Verde mostrar un cultivo de tomate destinado a la industria, realizado íntegramente buscando la mecanización total, intentando la máxima eficiencia y la cosecha final también con máquina.

Se va a relatar, desde un principio hasta el fin, todos los pasos para llegar a esta concreción, que es un anhelo de muchos productores locales y mendocinos, considerando la utilización de la máxima tecnología disponible. El combo tecnológico incluyó una fresadora italiana nueva, transplantadora mecánica, riego por goteo (retirable antes de cosechar), pulverizadora nueva con túnel de viento y cosechadora automotriz italiana, también nueva.

Más allá de los costos, la intención es explicar cuál es el camino directo en labores de campo a lo largo del ciclo de esta hortaliza, totalizado la mecanización de labores.

El cultivo en cuestión, estuvo ubicado en la localidad de Carpintería, cercano a la Ruta Nacional Nro 40, en el departamento de Pocito. Sumó 30 hectáreas de superficie. El asesoramiento agronómico corresponde a técnicos de la Asociación Tomate 2000.

Se comenzó básicamente con un cultivo de abono verde, el centeno fue el elegido. A razón de 40 kilos de semilla por hectárea, se sembró en el mes de mayo. Esto con el objetivo de rotar tierras, cortar el ciclo de malezas, plagas y enfermedades, mejorar la relación Carbono/Nitrógeno del suelo, airear el perfil y mantener la capa de fertilidad. Es un cereal de fibra, y resistente a la sequía. La idea es picarlo y enterrarlo conformando un colchón mullido. Se hace labranza mínima. Se pasa el subsolador a 0,90 metros y el cincel a escasa profundidad.

A continuación, y como una de las grandes novedades de este cultivo hortícola, se pasó una fresadora italiana Forigo G 35, que tritura el suelo y rota en sentido contrario al sentido del avance del tractor, dejando aptas para la agricultura aquellas tierras de zonas con mucha piedra y cascotes.

Este tipo de herramientas, permite incorporar a la explotación intensiva de hortalizas, con cosecha mecánica final, a tierras de zonas serranas pocitanas, como el Quinto Cuartel , Costa Canal y El Abanico, por ejemplo.

Va rotando, enterrando la piedra a unos 20 centímetros, y dejando arriba el suelo apto para chacras. Se está utilizando también para varias hortalizas de invierno, y para semillas de cebolla, por ejemplo.

Es un ahorro importante en cuanto a número de pasadas de distintos implementos, además de sumar tierras de zonas poco posibles de usar para la cosechadora automotriz.

Antes de enterrar el centeno, se incorporó el guano de gallina, a razón de 10 toneladas por hectárea.

La labor de transplante, hacia primeros días de octubre, se hizo con una transplantadora mecánica italiana marca Foggia. Se utilizaron densidades de 24.000 plantines por hectárea. En el momento se agregó como abono inorgánico de base, fosfato monoamónico, a razón de 100 kilogramos por hectárea. Las camas quedan finalmente de 1,35 metros de ancho, ubicando dos líneas de plantines, con la cinta de goteo al medio. Se eligió una cinta de 200 micrones, con emisores ubicados cada 30 centímetros, y que erogan un caudal de 1 litro por hora. La variedad elegida para esta oportunidad es la H 7883, de Harris Moran.

Es una variedad con todas las condiciones pedidas por la mayoría de los agricultores: apta para cosecha mecánica, resistente a nemátodes, multipropósito para la fábrica (puede hacerse pelado, cubeteado, pasta y otras elaboraciones agroindustriales), tiene vigor, es muy plástica (se adapta a distintas zonas y condiciones) , y sólo le falta un poco de graduación en Brik.

En relación al cultivo, se dieron las fertilizaciones líquidas tradicionales, según las 4 etapas fenológicas del tomate, en cuanto a nitrógeno, fósforo y potasio, pero la primavera fresca y hasta fría, atrasó los ciclos. Además, los excesivos vientos provocaron sequedad, y esto trajo aparejado la aparición de ataques de arañuelas. Aquí se usó Abamectina (Vertimec), Propargite (Omite) y Hexitiazok (Nissorum). Se hicieron los controles de insectos normales, que siempre aparecen en esta hortaliza, por ejemplo: Imidacloprid (Confidor), Clorpirifós + Cipermetrina (Lorsban Plus), y en el caso de fungicidas preventivos se usó azufre (Kumulus), Mancozeb (Dithane), también Carbendazim(Carbendazim) y Azoxistrobina + Difenoconazol (Amistar Top). En herbicidas, Metribuzim (Sencorex) y HaloxizopMetil (Galant LPU).

Se utilizó una pulverizadora nueva, Yomel, modelo Falcon Vortex, de 600 litros de capacidad, con ‘túnel de viento’, que permite llegar bien abajo en la planta, cubriendo la totalidad de lugares posibles donde están los patógenos. Esto no es tradicional en la mayoría de los cultivos sanjuaninos. Aquí se optimizó la labor de pulverización, aumentando la eficiencia.

Además, falta mencionar que el equipo de riego por goteo usado, era móvil, tipo Lay Flat, que se retira antes de entrar con la cosechadora automotriz. Así se trabaja más cómodo con la máquina, y se recupera la cinta de riego.

Se comenzó a cosechar a fines de enero y se finalizó sobre el 10 de febrero. Normalmente se hace entre 1,5 y 2 hectáreas de cultivo por día con la máquina. En esta finca en particular, se entregaban unos 10 equipos de tomate a fábrica, por día.

Es valioso decir que todo este tomate quedó en San Juan, ya que se estima que en este año en particular, un 70 % fue a parar a Mendoza, que sufrió seriamente los embates de El Niño, perdiendo por granizo y lluvias, un gran % de su cosecha. Los vecinos consideran este año como ‘nefasto’ para el tomate. Hasta hubo un agricultor que tuvo 4 mangas de piedra en su finca. La calidad se vió afectada, hubo complejos de hongos y apareció bacteriosis, por los daños de piedra y agua.

En nuestra provincia, dos plantas agroindustriales nuevas están en camino. Una es de un grupo inversor, y otra de un grupo de productores directos.

La mala noticia es que no ocurre como con las variedades de vides finas, que desde la vecina provincia vienen a buscar a San Juan pagando un sobreprecio; aquí, en esta verdura, al ser una ‘commodities’, el precio es bajo. Este año, se dilata el tema, y aún no se fija un precio por kilo entregado.

En cuanto a la cosecha, la Sandei 500 TH es la vedette de la temporada. El año pasado entró una nueva, ahora la que Suplemento Verde vió en funcionamiento tiene además un triturador atrás. Deja todo finamente molido sobre el suelo. Tiene un costo de labor de $ 0,27 por kilo y el extra del triturador cuesta $ 0,01 más; pero la eficiencia y comodidad lo valen. La recolección manual está en valores similares, con todos los riesgos que ello acarrean, más la heterogeneidad del trabajo, etc. Se estima que la cosecha es un 30-35 % del costo total del cultivo.

Finalmente, en esta finca se cosecharon en promedio 130.000 kilos por hectárea.