"Estoy contenta porque los chicos han trabajado muy bien, súper bien", evalúa Paloma Herrera. Lejos de los halagos fáciles, lo dice desde un lugar genuino: "Es un arte muy difícil la danza, pero estoy súper contenta porque elegí lo mejor de lo que había y cada uno tuvo el rol que le va mejor", continúa la consagrada bailarina, que regresó a la provincia en un rol diferente.
Si bien las clases y seminarios han sido parte de su vida, es la primera vez que lo hace aquí, y "libre" -dirá- de los extremos cuidados que debía tener cuando bailaba. "Lo más difícil es la presencia, es muy difícil. Uno puede agarrarse de la barra todos los días, pero estar en el escenario es otra cosa; y creo que es en todo esto donde más puedo entregarles… en cómo se es artista, en cómo se llega a eso, en la forma de trabajo, en la disciplina y lo están aplicando… Ahí está el foco, porque los pasos los pueden hacer", se explaya en diálogo con DIARIO DE CUYO.
"A mí me gusta darles mis devoluciones. Cuando yo concursaba, me hubiera encantado que un jurado me dijera por qué sí, por qué no… y no siempre se daba. Por eso me gusta charlar con ellos", explica la artista, quien considera que "el maestro tiene una responsabilidad enorme y debe brindar todas las herramientas". Y también, ir con la verdad.
"Es duro a veces, pero es mejor eso a que el maestro te diga ‘sí, sí’, te ponga el tutú y la coronita y ya sos primera bailarina. Yo prefiero la verdad, y que luego esa persona decida: Si quiere seguir adelante, sabe que tiene un largo camino; y si ve que es muy difícil y no quiere, OK; será una decisión que tomará, pero siempre desde la verdad", enfatiza.
"No les puedo decir que ensayen un ratito y va a salir todo bien. Es una carrera disciplinada, de mucho trabajo y si no te va, es mejor que lo sepas y decidas, porque si no, es una tortura. Claro que a estos chicos uno trata de cuidarlos, porque no están acostumbrados a trabajar tan fuerte, pero tienen que saber cómo es", agrega Paloma, satisfecha con los avances del ballet.
"Estos últimos días que pude darles clases y estar con ellos todo el tiempo, sobre todo con las solistas que fue más intensivo, porque los chicos tenían colegio y demás, fue muy lindo.
Yo me llevo lo mejor, me encanta, lo hago porque me da placer y porque así como tuve maestros maravillosos que sacaban lo mejor de mí y flotaba realmente, con otros era una tortura", se sinceró entre risas la prestigiosa artista, que desde su propia experiencia se conecta con esta nueva misión: "Yo siempre fui esa chiquita de 15 años que tocó el cielo con las manos, que lo único que quería era bailar… nunca me separé de esa imagen.
Por eso cada vez que puedo apoyar a esos chicos, lo hago, porque una lo vivió. Es muy lindo poder ayudarlos".