Con espectáculo nuevo, que prácticamente estrenarán aquí, Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale regresan a San Juan. El viernes 15 será el concierto que los tendrá por primera vez juntos en el Teatro del Bicentenario y en esta ocasión con Hilda Lizarazu. "Símbolo de paz" es el título del show con el que estas figuras de la música nacional se reencontrarán con los sanjuaninos para desandar un repertorio que los llevará a sus fuentes, el rock. Baglietto atiende a DIARIO DE CUYO para hablar de esta actuación, que llega después de una serie de presentaciones que disfrutó, como durante el Festival Soijar, que se hace en Chascomús o uno también con Hilda, Vitale, León Gieco, Han Espil y Manu Sija. "Fue una experiencia lindísima poder compartir también con artistas más jóvenes increíblemente talentosos, que suman a nuestra visión de gente de otras generaciones" comentó el consagrado músico, que mantiene activo su proyecto solista con el que acaba de lanzar "Aclara", single dedicado a su hija Clara, y que produjo su hijo Julián.
-¿Cómo es "Símbolo de paz"?
-Es un show en que difiere bastante de los que venimos haciendo. Por un lado porque nuestra invitada estrella, que es Hilda Lizarazu, comparte un 70 por ciento el escenario con nosotros. Es un espectáculo que no es una sucesión de canciones de tres solistas, sino que es un espectáculo de conjunto. Vamos con un grupo que tenemos desde hace un tiempo, en el que están nuestros hijos, con los que venimos trabajando en cuarteto desde hace un tiempo, Jano Vitale en bajo, el menor de Lito y Julián Baglietto, que es el mayor mío. También llevamos una sección de vientos.
El repertorio es totalmente distinto. Es un repertorio básicamente de rock. Si bien hay algunas canciones rosarinas al medio, mostramos de dónde venimos, que es el rock. Hay algunas canciones de Hilda y muchas cosas del dúo. En general volvemos a los lugares cuando tenemos algo nuevo para mostrar.
-¿Y el título tiene que ver con el concepto que quieren transmitir?
-Sí, tiene conceptualmente y que dentro de las canciones que se hacen, que es un repertorio de rock nacional y está "Buscando un símbolo de paz" (de Charly García). Pero tiene que ver con un signo de los tiempos, un anhelo más que un enunciado.
-¿Qué canciones no pueden faltar?
-Tiene que ver con el espíritu, algunas canciones nos siguen acompañando que no son con ritmo rockero, pero tiene que ver con una actitud. Hay desde Jugo de tomate frío, hasta Despiértame nena, Pescado rabioso, pero de pronto nos acompañan algunas canciones como El témpano, o esas canciones que hago desde siempre, que tienen un espíritu rockero que en la rítmica que son más folclóricas.
-¿Cómo es trabajar con los hijos?
-Está buenísimo, más allá de que, por supuesto, como somos los padres, no nos tienen ningún respeto (risas). Son grandes músicos, siempre lo decimos, nosotros actuamos con ellos porque son nuestros hijos porque nos da muchísimo placer y orgullo salir a la ruta con ellos, pero además y básicamente porque son grandes músicos. No es esto de "mira qué lindo, el nene… y bueno es el hijo de…". No, de hecho tienen sus proyectos solistas y hacen sus producciones y cosas independientemente de lo que hagan con nosotros, inclusive las músicas son en un formato solista muy distintas a lo que hacen con nosotros. O sea que tienen su personalidad y son muy dúctiles como músicos. Julian me está produciendo los temas nuevos que voy lanzando, porque ahora no son más discos, son singles.
-Sí, "Aclara" salió ahora.
-Sí, es el que le hice a mi hija, para la menor. Escribí algunas cosas que luego tomó Sandra Corizzo, que es coautora, y le dio un orden y terminaron transformándose en canciones como "Aclara" y "Hasta el otro carnaval". Con mis hijos fuimos a ver "los desfiles de llamadas" (NdR: fiesta popular de candombe en Uruguay) me impactó tanto que escribí un choclo grandísimo sobre la experiencia y ahí salió esta historia que es la de las personas que durante el carnaval pueden ser quienes son y luego, durante el resto del año, tienen que disimular su verdadero ser. Por suerte pasa cada vez menos, pero es la historia de los segregados y postergados que tienen que disimular para ser aceptados.
-¿Cómo se lleva con esta nueva práctica de lanzar singles?
-Bien, me adapto. Antes la compañía discográfica te condicionaba a editar uno o dos discos por año. Y la verdad que eso es una pavada, no puede ser aplicada a la música. La música tiene que suceder cuando suceda y cuando nos parezca que las cosas son suficientemente interesantes para que la vean otros, para que la escuchen otros, cuando estemos realmente satisfechos del resultado que logramos para compartirlo. Entonces ahora es bastante más relajado. Es raro, de todos modos. Debe ser generacional, yo sigo creyendo en el soporte físico. Tenía un extra que ahora se pierde en esta maraña digital, se pierde mucha información: quién toca en cada tema, la historia detrás de las canciones. Pero, bueno, me adapto con un poco de resistencia. De todos modos, durante la pandemia entendí que las redes son un recurso fenomenal y un medio de comunicación directo que te permite el acercamiento a gente que de otra manera no tendrías la oportunidad de hacerlo.
-¿Cómo define la relación con Vitale?
-Tenemos una relación de profunda amistad. Coincidimos en la mayoría de las cuestiones extra escenario, por supuesto también disentimos. Lo que tiene de bueno es que no nos callamos en el disenso, "vos pensás eso, yo esto, veamos qué hacemos para que ninguno salga herido", y además aprendimos a potenciar las coincidencias y a minimizar las diferencias. Pero sobre todo, y esto me parece que es el eje de una buena relación, entre nosotros no hay competencia. No es que yo quiero ser más que vos, que yo toco más notas para mostrar que soy mejor músico que vos o que canto más fuerte para taparte lo que estás tocando. No existe eso. Una vez, un amigo puestista internacional muy groso, que trabaja para artistas internacionales que llenan estadios, me dijo por qué no te parás en el centro del escenario. Y le dije, "¿sabés qué pasa? Nosotros como dúo estamos al servicio de un tercero, un ente que se para equidistante de nosotros que es el dúo. El centro está ocupado por un ser que no es material, es nuestro espíritu de dúo puesto en el centro de lo que hacemos". Eso lo resume.
EL DATO
Símbolo de paz. Baglietto, Vitale, Lizarazu. Viernes 15 de marzo, 22, en Teatro del Bicentenario. Entradas en boletería y tuentrada.com: entre $15.000 y $25.000