Volviendo de una gira por Nueva York, en 1951, le tocó realizar a Don Víctor un recital en Chile. En esa oportunidad, se encontró cara a cara con Eusebio Dojorti, por todos conocido como Don Buenaventura Luna. ‘Terminamos de actuar y lo vi ahí, sentado en la platea metido con los espectadores. Fue toda una emoción para mí, porque pude hablar con él en persona y después de ese momento no lo vi más’, relató. Compartió unos vinos chilenos en una mesa al finalizar la función e intercambió varias ideas.
‘Hablábamos sobre la posibilidad de la necesidad de difundir el folklore en las grandes ciudades argentinas. Estaba convencido que había que ganar la escuela primaria. Insistía en vacunarlos a todos de nuestras costumbres y tradiciones. Ojo, no era prohibirles escuchar otra música o practicar otro baile. Era fortalecer el arte nacional. Fue un enorme difusor de cultura’, dijo y agregó que ‘Cuando volví para San Juan hace unos cinco años atrás, me fui hasta Jáchal, donde descansan sus restos en Huaco, es tan lindo ese lugar y le llevé flores. Fue un hombre que le puso leños al fogón del folclore que sigue ardiendo en la actualidad. Buenaventura fue un hombre de mucha fuerza y tenía muy claro que había que argentinizar al habitante de este país. Él fue tocado por angelitos criollos’.