Benedicto XVI ofició ayer su última misa multitudinaria, en la que se mostró visiblemente emocionado por el afecto de los miles de fieles luego de anunciar que renunciará al papado el 28 de febrero. Horas antes, en la audiencia pública de cada miércoles, dijo que renunció al papado ‘en plena libertad por el bien de la Iglesia‘.

Días después de que sorprendiera al mundo anunciando su renuncia el lunes pasado, Joseh Ratzinger apareció por primera vez en público, para celebrar ayer por la mañana el tradicional encuentro de los miércoles con los fieles.

Aunque pretendió que la audiencia fuera una más, la realidad demostró todo lo contrario. Desde varias horas antes más de 10.000 personas abarrotaban el Aula Pablo VI del Vaticano.

Mientras esperaban su llegada, cantaron, ondearon banderas y expresaron frases de agradecimiento al papa, el cual, cuando entró en el recinto fue acogido con una gran ovación de varios minutos.

Sonriendo y con buen aspecto, el pontífice respondió a las muestras de cariño y lo primero que hizo fue dar una respuesta pública a los fieles sobre su decisión.

‘Queridos hermanos y hermanas, como saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me confió el 19 de abril 2005. Lo he hecho en plena libertad para el bien de la Iglesia, después de haber orado largamente y tras examinar mi conciencia delante de Dios‘, dijo Joseph Ratzinger, ante los fieles que se hicieron presente.

En ese marco, el papa, quien se mostró emocionado por los vítores que lo obligaron a interrumpir su discurso, agregó que es ‘consciente de la importancia del hecho, pero también consciente de no ser capaz de llevar a cabo el ministerio petrino con la fuerza física y el espíritu que lo requiera‘.

‘Me apoya y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, el cual nunca le hará faltar su guía y su cuidado. Gracias a todos por el amor y la oración con que me habéis acompañado. Continúen orando por el Papa y por la Iglesia‘, concluyó.

Por la tarde, en su segunda aparición, una basílica de San Pedro del Vaticano se vio llena de fieles donde el Papa Ratzinger ofició la misa del Miércoles de Ceniza, que abre la Cuaresma. Allí destacó la importancia del testimonio de fe y vida cristiana de cada uno de los seguidores de Cristo para mostrar la verdadera cara de la Iglesia.

El Obispo de Roma reiteró las prácticas tradicionales de la limosna, el ayuno y la plegaria en este tiempo de Cuaresma como caminos para regresar a Cristo.

Mirá la última misa del Papa completa.