Una de las personalidades más destacadas del pasado siglo XX es, sin lugar a dudas, la santa filósofa alemana Edith Stein. Esta mujer llega a la plena identificación del judaísmo, asumiendo su muerte en Auschwitz el 9 de agosto de 1942.
Intelectualmente su centro de atención es el problema de la existencia de la humanidad, el sentido de la vida del hombre. Vive convencida de que "’Estaba destinada a algo más grande”. Esta frase la acuña en 1915, poco antes de partir como enfermera voluntaria de la Cruz Roja a Austria mientras se desarrollaban los trágicos acontecimientos de la Primera Guerra Mundial.
El concepto Espíritu es un concepto sistemático, porque impregna toda la obra de la autora y desde él puede entenderse la conversión al cristianismo que Edith hace en 1922. El concepto en cuestión aparece por primera vez tratado en la tesis doctoral de Stein, a saber, "’Sobre el problema de la empatía” (1917). En su escrito "’Caminos del conocimiento de Dios”, concluido en 1941, nuestra autora nos dice que el núcleo de la vivencia mística consiste en el sentimiento de que Dios está presente. Más aún: "’Uno se siente tocado por él en lo más profundo. Se trata de un ser interiormente tocado por Dios sin palabra e imagen”. Pues bien, estas metáforas táctiles se encuentran en Edith mucho antes de la denominada por algunos estudiosos de su obra "’etapa mística”. Me refiero al texto "’Libertad y gracia”, fechado en el verano de 1921. En ese escrito habla Edith del "’acto religioso fundamental” que en realidad coincide con la experiencia de la gracia. Y en este contexto aparecen esas metáforas: "’ser tocado por la mano de Dios” o "’la mano que me toca”, o bien la imagen de "’Dios tocando con los nudillos a la puerta del alma”.
Por ello, es preferible entender el recorrido intelectual de Edith Stein dividiéndolo de manera más sencilla en dos etapas: la etapa fenomenológica y la etapa de filosofía cristiana. Hay en la etapa fenomenológica motivos que cobran más fuerza en la segunda etapa. Y a su vez, se encuentra mucha fenomenología en la filósofa cristiana. La mística está presente en los dos períodos.
En "’Causalidad psíquica”, Edith Stein ha señalado tres conceptos de espíritu: el espíritu subjetivo, el espíritu objetivo y el espíritu divino. Es pertinente decir algo sobre la apertura a este último. Si por espíritu divino entendemos en sentido amplio el orbe de lo sobrenatural, el tema está planteado ya en "’Sobre el problema de la empatía”.
La historia personal de Edith Stein le condujo a plantearse la apertura del espíritu a Dios. Y esto sucede a partir del primer semestre de 1918. Es entonces cuando Edith tiene una experiencia religiosa que considero decisiva y de la cual nos ha dejado una alusión en una carta a Roman Ingarden (el 12 de mayo de 1918) y, sobre todo, dos bellas descripciones. Estas descripciones no nos dicen tanto qué es Dios, sino más bien cómo se le ha mostrado o qué efectos ha tenido sobre ella. Pues bien, la primera de estas descripciones está recogida en Causalidad psíquica. Nos habla de un afluir de fuerza vivificante allí donde falla la fuerza vital, de un "’estado de quietud en Dios”, del sentimiento de estar cobijado, de un volver a nacer.
La imagen de la espacialidad del alma se da antes de que la autora haya conocido la metáfora del castillo interior (así, por ejemplo, ya hablaba de estratos). El alma, nos dirá Stein, tiene una superficie y una profundidad, una periferia y un centro. No son conceptos equivalentes: uno puede estar en el centro de una cuestión y, sin embargo, conocerla superficialmente.
Pero, sobre todo, el alma tiene un centro. Hay un "’fondo del alma” que Stein ha caracterizado de varias maneras. Le da distintos nombres: primero, núcleo, donde arraigan el cuerpo vivo, el alma y el Gemüt, así como la libertad y la percepción de los valores; más tarde el Gemüt será ese centro, llamado también "’alma del alma”, donde el yo se siente en su propia casa, el nivel donde toma las decisiones más importantes y donde puede hacer entrega de sí mismo.
La imagen sirve muy bien para comprender la estructura del ser humano y resume los resultados de los análisis que Stein estaba llevando a cabo en los años "20 y que había empezado en su memoria de estudiante de filosofía dedicada al tema de la empatía, es decir a la manera en que se constituye una relación cognoscitiva entre los seres humanos.
(*) Estudiante de Filosofía en la UNSJ. Ex becaria en la UNCuyo.