En la nota periodística "Vuelve el fantasma de la refinería”, publicada hace unos días por Julio Turcumán, secretario de redacción de DIARIO DE CUYO, con agudeza y claridad ha abordado algunas contingencias que no dejan de generar una seria preocupación, en relación al desarrollo minero que se viene gestando en nuestra provincia.

En este contexto estimo dable recordar, que aunque es efectivo que el gobernador ha manifestado su interés de construir una refinería de oro-plata, en virtud al inmejorable escenario mundial que viene registrando particularmente el mercado internacional de minerales preciosos, sin perder de vista la estabilidad y seguridad jurídica que requiere el sector empresario, ha logrado impulsar efectivamente, una serie de acuerdos con las empresas operadoras y las empresas prestadoras de bienes, insumos y servicios, que son inéditos en el país y en Latinoamérica.

En estos acuerdos se insertan los beneficios adicionales como los fideicomisos públicos, el Fondo especial para el desarrollo minero, el acuerdo sobre el pago de regalías, los Derechos de explotación-IPEEM y los aportes que en el marco del Fondo PIEDE, nos permiten resolver, los problemas asociados con la expansión, ampliación y suministro de energía eléctrica.

Todos estos beneficios, que representan una parte del impacto socioeconómico provocado por la minería en nuestra provincia, dan cuenta desde la política de responsabilidad social empresaria, el compromiso asumido por las empresas; muestran que estos beneficios constituyen una herramienta esencial para alcanzar el mejoramiento social, económico y ambiental de las regiones donde se desarrolla la actividad minera y representan desde lo que concierne a una política minera de Estado, el objetivo y el rumbo, de un desarrollo minero sostenible y sustentable.

Aunque debo consignar que comparto plenamente el análisis que respecto del problema minero se realiza en la publicación, a la luz de los problemas que origina la liquidación de exportaciones y las restricciones a la importación, mi impresión es que dicha contingencia no parece reducirse a una batalla ideológica y tampoco estimo que pueda resolverse, desde las estrategias que pueda asumir el gobierno nacional, para adoctrinar desde las lides kirchneristas a los mineros.

Todos quienes abrazamos el ideario peronista, no podemos desconocer que en 1943 el Gral. Perón desde su visón de gobernante y estadista, ya tenía definido lo que habría de representar en 1946, el Primer Plan Quinquenal de su encumbrado programa de gobierno.

Se trataba de un plan general de Industrialización, que incluía todas las medidas destinadas a intensificar la producción agrícola, promover la minería, proteger algunas industrias manufactureras, fomentar la investigación, generar estabilidad económica y reactivar la industria de posguerra. Este plan (1947-1951), se sustentaba en 4 ejes fundamentales: a) Prever las necesidades de materia prima de origen nacional, combustibles, energía eléctrica, maquinarias y transportes, b) conocer y verificar el estado y eficiencia de los sistemas vinculados a su explotación, producción y distribución, c) desarrollar un programa de inversiones y obras, que aseguren los suministros de materias primas, energía y combustible para desarrollar la industria y agricultura y c) descentralizar la industria, diversificar la producción, crear fuentes de energía, vías de comunicación, medios de transporte y aumentar los mercados consumidores.

Con aciertos y virtudes, dicho plan de gobierno que expresaba en toda su dimensión la visión de un estadista y la contundencia de una política de Estado, hizo posible que respecto del tema energético la producción de gas pasara de los 300 mil m3 a los 15 millones diarios; que la potencia eléctrica instalada de 45.000 kV ascendiera a los 350.000 kV, que el Plan de Obras Públicas y de Viviendas representara el más significativo de la historia; que a partir de la construcción de escuelas, colegios técnicos y universidades la Argentina se haya consolidado como la Cuna de la Cultura Latinoamericana; que a partir de la compra de los ferrocarriles; la creación de Aerolíneas Argentinas, la Flota Mercante, más, un fuerte impulso al sector industrial, ganadero, agrario y agroindustrial etc., haya sido posible, elevar el nivel de vida, dar impulso al pleno empleo y establecer una justa distribución de la riqueza.

Cuando de las 23 provincias que constituyen el territorio, 15 de ellas reconocen una importancia económica minera, me parece, que el desarrollo de la minería que necesita de una serena discusión y de un adecuado reconociendo, no se proyecta desde la mezquindad que implica solo mirar el árbol, se desarrolla desde la visión que importa una visionaria Política de Estado, que representa el único sitial desde donde es posible advertir, la inmensidad que encierra el bosque.