La ciencia ficción ha tratado el tema innumerables veces. Desde la sustitución de partes humanas por elementos biomecánicos, pasando por la regeneración inmediata, hasta la auto sanación. Pero el grupo de científicos liderados por la española Miriam Miranda Fernández, está inmerso en un proyecto real que promete abrir una puerta gigante a la esperanza de la regeneración ósea humana. Los científicos que recientemente obtuvieron la beca Marie Curie de la Comisión Europea para ampliar sus investigaciones en el Imperial Collage de Londres, buscan desarrollar una prótesis bio-absorbible que funcione como un andamio para la nueva formación del hueso humano.

Esta revolucionaria unidad se compone de elementos orgánicos e inorgánicos (minerales), entre ellos uno fundamental, el fosfato de calcio. Uno de los mecanismos esenciales del proyecto consiste en construir la prótesis del hueso humano faltante con material orgánico del mismo paciente. Éste, luego es mezclado y tratado con elementos inorgánicos, (como el fosfato de calcio y otros minerales) desde el nivel nanométrico, hasta la escala macro, para recrear una prótesis exacta. Posteriormente través de un tratamiento de congelamiento, se logra que dicha prótesis se vuelva porosa. “La idea es instalar esta prótesis donde falta el hueso humano. A través de su porosidad y resistencia, la idea es que los vasos sanguíneos comiencen a introducirse en este nuevo elemento. Luego, con el paso del tiempo y por las características minerales de la prótesis, esta empieza a desaparecer, a degradarse y quedaría nuevamente constituido el hueso humano que faltaba”, explicó la profesional a cargo del estudio científico. Y agregó: “El mejor compuesto que se puede utilizar, teniendo en cuenta el resultado a largo plazo, es el mismo hueso. Es la solución que ha refinado la naturaleza tras millones de años de evolución. Y si el hueso es del propio paciente, se minimizan los problemas de rechazo. El problema es que el suministro que se puede obtener del paciente es casi siempre muy limitado y pueden existir hemorragias e infecciones”.

El hueso, al igual que el nácar, es un material híbrido, que conjuga materia orgánica e inorgánica. Los científicos explicaron que la matriz orgánica esencial con la que trabajan en laboratorio está formada por polímeros, tanto naturales como sintéticos.

Mientras que la parte inorgánica, consiste en fosfatos cálcicos que además de ser la principal fuente mineral del hueso, promueve su crecimiento. “En la primera parte del proyecto hicimos un estudio para definir cómo unir la parte orgánica y la inorgánica, para lo que empleamos nanotecnología que nos permite lograr una integración a nivel nanométrico. Y a continuación viene la parte de trabajo tridimensional de la estructura”, explicó Miriam Miranda Fernández. Y concluyó: “Luego el objetivo fue que dicha estructura tridimensional fuese porosa. Lo conseguimos a través de un sistema de congelamiento. Pero la estructura del poro debe ser adecuada para que las células óseas puedan crecer dentro y terminen sustituyendo al material implantable. Queremos que donde antes había un implante, termine habiendo un nuevo hueso propio del paciente”.