Los republicanos, que lograron la mayoría en el Senado estadounidense en las elecciones legislativas del martes pasado y aumentaron la que ya tenían en la Cámara de Representantes, tienen que definir el tono de su agenda teniendo en cuenta a los votantes y a las distintas facciones de su partido.

Los conservadores retomaron el control del Senado, en manos de los demócratas desde 2006, en una noche que supuso una gran derrota para el gobernante Partido Demócrata y que marcará los dos últimos años del mandato del presidente, Barack Obama.

Con el control del legislativo tras la ‘marea roja’ del martes (el color republicano), el partido opositor tendrá el poder en el Capitolio (el Congreso de EEUU) para decidir sobre legislación pendiente en materia fiscal, energética y migración, y además tendrá un impacto en los cargos que nombre Obama, puesto que tienen que ser ratificados por el Senado.

Después de este triunfo, los más conservadores no están dispuestos a pequeñas acciones legislativas, que les garantice mantener la mayoría en el Senado, sino que van a querer que libren grandes batallas contra el Gobierno de Obama, como la derogación de la reforma en el sistema de salud, conocida como ‘Obamacare‘. ‘Los estadounidenses han enviado un mensaje inconfundible a Washington: esperan que los republicanos luchen por la agenda conservadora con la que se presentaron‘, indicó la organización Heritage Action for America. En este contexto, lo primero en lo que tendrán que ponerse de acuerdo es en si seguirán un tono conciliador marcado por el que será el líder de la mayoría, Mitch McConnell, o el más combativo del ala más conservadora del partido, al que pertenece el senador Ted Cruz, quien cuenta con el respaldo del movimiento Tea Party.

El profesor de la American University Allan Lichtman augura una ‘gran guerra‘ dentro del partido. Por un lado ‘van a estar los Mitch McConnells, políticos pragmáticos y no ideológicos que van a buscar pequeñas victorias, como revocar alguna parte de la reforma sanitaria o conseguir pequeños recortes de impuestos, que no van a darle una vuelta radical al país‘, señala Lichtman.

Por el otro, ‘los republicanos más ideológicos como Ted Cruz, que dicen que no vale la pena lograr la mayoría si no se va a lo grande y se intenta una revisión total‘ de las políticas sobre deuda pública o una reforma del sistema fiscal.

En una rueda de prensa desde su estado, Kentucky, McConnell dio muestras de su buena voluntad ayer con el rechazo de que se vaya a producir un ‘Gobierno disfuncional‘ y la seguridad de que la Casa Blanca y el nuevo Congreso encontrarán puntos en común.

Si bien, entre los aspectos que traerá a consideración, citó ‘la revolución energética‘ que vive Estados Unidos, donde destacó la construcción del polémico oleoducto Keystone XL, que cruza Estados Unidos desde Canadá y sobre el que los demócratas desde hace años se muestran reticentes.

Los republicanos ganaron fácilmente los seis escaños que necesitaban para superar a los demócratas en el Senado y suman ya 52 asientos, todavía con tres estados (Alaska, Luisiana y Virginia) por definir. Por su parte, en la Cámara Baja, donde ya superaban a los demócratas, han logrado al menos 246 asientos, la mayoría más fuerte desde la Segunda Guerra Mundial, mientras continúa el recuento.

El senador Ted Cruz reclamó una agenda activa durante la celebración de la victoria. ‘Ahora es el momento de la reforma fiscal. Ahora es el momento de una reforma regulatoria. Ahora es el momento de perseguir y hacer todo por derogar ’Obamacare’, señaló. Pensando en 2016, las elecciones presidenciales pueden ser un obstáculo para una agenda constructiva, según apunta John Fortier, director del Bipartisan Policy Center puesto que en las filas republicanas además de Cruz, los senadores Rand Paul y Marco Rubio suenan como posibles candidatos y ‘pueden querer diferenciarse‘ de la línea del partido con una tendencia más moderada. Fuente: Efe