El temor a engordar suele ser un pretexto frecuente para no dejar el cigarrillo, pero abandonar el hábito de fumar sin aumentar kilos no sólo es posible a través de cambios en determinadas conductas, sino que además es deseable para la salud, aseguraron especialistas.

 

"El miedo a engordar sale prácticamente en el 100 por ciento de las consultas de los pacientes que se acercan para dejar de fumar, a menos que la persona sea extremadamente delgada o que tenga muchos años", indicó el médico de familia Guillermo Espinosa, coordinador del Grupo Antitabaco de Hospital Italiano (Grantahi).

 

 

La relación dejar de fumar con engordar tiene alguna parte de mito, porque no es un vínculo tan lineal: en el Grantahi, el 95 por ciento de los pacientes aumentaron menos de cuatro kilos en todo el proceso.

 

Pero también posee una parte de realidad: "en primer lugar la nicotina es un anorexígeno, o sea, una sustancia que genera falta de apetito. Por otro lado, a excepción del tabaco puro, todos los cigarrillos presentan aditivos a base de cacao o vainilla para mejorar el aroma y el sabor, lo que puede aumentar el deseo por lo dulce cuando se deja de fumar", describió el especialista.

 

"Por otro lado, cada vez que una persona enciende un cigarrillo la frecuencia cardíaca aumenta entre 10 y 15 latidos de base, además de que aumenta la presión arterial porque es un vasoconstrictor", continuó. Esto quiere decir que "cada cigarrillo genera un esfuerzo físico, un aumento de la actividad metabólica y por eso es que hay personas que dejan de fumar no comen más pero igual engordan un poco", explicó Espinosa.

 

Por su parte, el cardiólogo Hernán Dreycopp, señaló que "la temática del aumento de peso suele ser una excusa para no tomar la decisión, la persona que está decidida avanza igual". El profesional afirmó que si una persona deja de fumar pero aumenta considerablemente de peso, "está cambiando un factor de riesgo por otro", y aclaró que para evitar eso "existen una batería de recursos que no sólo permiten que la persona no engorde, sino que incluso puede adelgazar".

 

Quienes intentaron dejar de fumar saben que las primeras semanas son críticas ya que en ese período "la persona puede padecer irritabilidad, cefalea e insomnio" ya que durante tres y cuatro semanas "el cuerpo padece la abstinencia de la nicotina, después de ese periodo la abstinencia es psicológica", afirmó el cardiólogo.

 

 

 "Hay una gratificación o recompensa que generaba el cigarrillo que la persona ya no tiene, también hay un saciamiento de la ansiedad, de esto que podría resumirse como ‘llevarse algo a la boca’; aquí es donde hay que apuntalar y hay numerosos tips que pueden ayudar basados en dos pilares que son la alimentación y la actividad física", sostuvo Espinosa.

 

Entre estos recomendó "picotear", es decir, "en lugar de comprarse galletitas la persona puede consumir semillas de girasol, de zapallo o frutas como la mandarina. Sugerimos comprar de a 100 gramos y no llevarse más de una unidad a la boca".

 

Por su parte, el neumonólogo Ricardo Olmo, de la Fundación Cidea (Centro de Investigación de Enfermedades Alérgicas y Respiratorias), señaló que "también existen casos, sobre todo en las primeras semanas, donde se pueden utilizar parches o caramelos de nicotina para paliar la abstinencia suministrando la sustancia en dosis baja y controlada". "Lo ideal es acompañar el proceso de dejar de fumar con actividad física. Para una persona desentrenada, es recomendable que comience al menos a salir a caminar", detalló Olmo.

Fuente: Télam