Para los últimos doce meses cerrados en agosto de este año la cifra total vendida fue de algo más de 136 millones de cajas, el valor mínimo de la última década y un 5,1 % inferior al año anterior. Fue el mercado doméstico el que mostró la mayor retracción con 5,7 millones de cajas menos, un 5 % por debajo del año anterior. La inflación y su impacto sobre los ingresos es la explicación de este fenómeno. Esto lo señala un completo informe elaborado por la División Vinos del Banco Supervielle. Advierte además que cuando se aceleran los precios, el vino es dejado de lado en las opciones de consumo frente a otros productos o servicios más imprescindibles y esto se ve claramente en la evolución de este año.
Las principales conclusiones del informe señalan:
*En cuanto a la exportación también alcanzó su mínimo histórico en volumen perforando el piso de 30 millones de cajas, por debajo del mínimo de 2010. La caída en volúmenes exportados desciende desde 2012 en forma permanente.
La explicación hay que buscarla por el lado del tipo de cambio que no siguió a la inflación y deterioró la rentabilidad de exportación, especialmente en fraccionados y granel de más bajo precio.
*Un análisis más detallado del mercado doméstico permite ver que los vinos espumantes, aunque su proporción es baja en el total, han mantenido su dinámica de crecimiento que no muestra interrupciones desde 2009, claramente una tendencia que ha desafiado al contexto económico. Son los vinos tranquilos (sin burbujas) los que muestran la caída sustancial en el consumo.
*Un análisis por tipo de envase muestra que el vino embotellado, el de mayor precio y rentabilidad muestra por tercer año consecutivo caída en el volumen despachado al mercado con una pérdida en los últimos cuatro años de 2 millones de cajas.
*En el caso del vino consumido en el mercado doméstico en envase de tetrabrik el descenso ha sido muy pronunciado y la caída ha sido de 4,5 millones de cajas equivalentes lo cual muestra el profundo impacto en los ingresos de las personas que ha tenido la inflación y la recesión de la economía argentina.
Por lo tanto, si la explicación a la fuerte caída de más de 6 millones de cajas en el mercado doméstico hay que buscarla en la inflación y el proceso recesivo que vive la economía argentina es de esperar que un cambio de este escenario pronosticado para 2017 debiera también recuperar el mercado argentino de vinos.
*En volumen, a las exportaciones no les ha ido mejor que al mercado doméstico. La exportación de vino tranquilo se ha ubicado en un valor mínimo en la década con una disminución superior a los dos millones de cajas. En tanto, el espumante también tuvo una retracción aunque su volumen es una baja proporción del total exportado.
Nuevamente aquí la explicación no proviene de señales del mercado externo sino de condiciones de contexto nacional de los exportadores que a pesar de haber tenido una devaluación importante a fines de 2015 aún no logran traducir esa medida en mayores volúmenes de exportación.
El principal aporte a la exportación de vinos tanto en volumen como en facturación es el vino fraccionado y allí se advierte un pequeño repunte en volumen en el último año cerrado en setiembre y se mantiene una exportación relativamente estable desde 2012. Esto tiene que ver con el hecho de que los ajustes de volumen de más bajo precio se hicieron entre 2010 y 2013 y luego las empresas mantuvieron mercados donde existe un margen positivo y están dispuestas a mantener los pues tienen buena proyección de largo plazo.
Facturación en caída libre
En el caso del vino a granel continuó la caída de exportación especialmente en vinos de categorías más altas que son envasados en destino.
La facturación de exportación de la vitivinicultura argentina en los últimos doce meses cerrados en agosto ha sufrido un nuevo descenso que acumula cuatro años de caída.
Este valor surge de la contribución de una disminución de 12 millones de dólares en vinos fraccionados y más de 15 millones en vinos a granel.
Aunque recurrente, la explicación es el tipo de cambio que hizo recortar ventas, especialmente a las empresas de menor envergadura, en aquellos segmentos de precios cuyo margen de contribución era nulo o negativo.
*Es posible que hacia delante el tipo de cambio siga más de cerca a la inflación pero difícilmente se observen saltos nominales de importancia con lo cual no se debe esperar de esta variable un crecimiento de las exportaciones de vino y las estrategias deberán basarse en mayor en foque en mercados dinámicos y un salto en productividad de muchas empresas.
Un fenómeno que debe observarse atentamente es el de los precios promedio tanto de exportación de vino fraccionado como de vino granel. Desde 2014, año en el cual se alcanzó un máximo de 35,2 U$S por caja, el precio ha descendido hasta ubicarse en los precios de 2012. En este período el precio promedio mundial de exportación siguió creciendo lo que muestra que los vinos argentinos descienden en la pirámide global.
El último año muestra otro crecimiento del precio de los vinos exportados a granel que llegan a una cifra de 8,5 U$S por caja equivalente, muy lejos de los 3 dólares de una década atrás.
Comparado internacionalmente también se verifica la misma tendencia y esto tiene su explicación en el reemplazo de vinos a granel por vinos fraccionados en las franjas de precios medios bajos.
Ya no son exportados los vinos a granel para cubrir defectos de cosechas sino como una forma de ganar productividad por un tema de fletes.
Los vinos exportados a granel en esta franja de precios sustituyen exportaciones de vinos fraccionados de 20 a 25 U$S/caja.
Es difícil pensar que en el futuro las exportaciones argentinas fraccionadas en esos valores se recuperen.
Tipo de cambio bajo
Previo a la devaluación de 2002 el tipo de cambio tenía un valor equivalente a $26 de junio de este año. El salto devaluatorio fue muy significativo pues lo ubicó un 6% por encima luego de deducir el impacto inicial en inflación de esa medida. Desde ese momento comenzó un proceso continuo de caída.
En 2008 se colocan aranceles de exportación que disminuyen aún más los incentivos a exportar. Sólo por efecto de retraso del tipo de cambio en relación a los precios internos de la economía entre 2008 y 2016 el tipo de cambio cayó un 43,5% hasta ubicarse en los últimos años en valores del orden de los $14 en moneda constante de junio de este año. En síntesis el tipo de cambio es hoy la mitad de lo que fue en promedio durante el segundo semestre de 2001 y el primer semestre de 2002. Además, si se estima el promedio entre 2003 y 2010, cuando ya el tipo de cambio se ubicaba por debajo de 2002, el valor que se alcanza es de 25,9 pesos.
Entre 2008 y 2016 las exportaciones cayeron más de un 50% y volvieron al nivel de 2002. En ese mismo período la moneda nacional se apreció casi un 44% y con ello disminuyeron los incentivos a exportar.
Caída del precio de la uva
El precio de la uva es uno de los principales afectados cuando en la industria cae la facturación, pues es el costo más flexible por tratarse de un bien que no tiene uso alternativo en la economía como sí lo tienen varios de los otros insumos o servicios que compra o contrata la industria.
Los productores han recibido en los últimos años bajos precios y en la mayoría de las propiedades significó trabajar a pérdida con la consecuente descapitalización y merma en calidad. Por otra parte, las bodegas más chicas fueron las que menos pudieron trasladar este ajuste pues en general tienen una mayor proporción de uva propia en su elaboración.
En crisis los sectores tienden a concentrarse en aquellas empresas más fuertes. En la industria vitivinícola de los últimos cinco años las empresas que venden por encima de los 500 millones de pesos por año pasaron de representar el 78,7% de las ventas al 81,3%. Este aumento, aunque parezca reducido, se corresponde con la facturación equivalente de una gran cantidad de empresas pequeñas.