El fútbol para ciegos se practica en sala y cada equipo lo conforman 5 jugadores (en la etapa experimental se jugaba en canchas grandes, pero el juego se diluía el juego y perdía ritmo el partido). Así, la cancha pasó a tener, por reglamento, 20×40 metros. El arquero es el único jugador que puede ver, se mueve en un área muy reducida y da las indicaciones desde el fondo. A su vez, la pelota tiene cápsulas sonoras, lo que permite orientar al jugador. “Nos manejamos captando el sonido. Es una ecuación que hacés en el aire, que te permite agarrarla o pegarle en el momento justo. Después, lo normal en un partido: llevarla, tratar de conducirla”, contaron ayer los jugadores. Otro de los secretos es dividir la cancha en tres líneas imaginarias. Usualmente adelante es el técnico el que orienta, en el medio es el asistente u otro miembro del banco y en la defensa el que da las órdenes es el arquero.