Un reciente estudio del Banco Mundial, titulado El precipicio competitivo de Brasil, revela que las exportaciones brasileñas de productos industriales no van bien, y que Brasil está enfrentando "considerables desafíos competitivos”. Traducción: el país se está quedando atrás de otras potencias emergentes, como China, India, Rusia y Sudáfrica. El informe, escrito por los economistas Otaviano Canuto, Matheus Cavallari y José Guilherme Reis, dice que las exportaciones totales de Brasil se han más que duplicado en los últimos años, en gran parte gracias al aumento de los precios mundiales de las materias primas. Sin embargo, siguen estando muy por debajo de las de otras potencias emergentes.
Mientras que las exportaciones brasileñas aumentaron 262% durante la última década, el crecimiento promedio de las exportaciones de otras potencias emergentes como Rusia, India, China y Sudáfrica fue del 439%, dice el estudio. La integración comercial de Brasil con otros países "está entre las más bajas del mundo”, y no hay "ningún signo reciente de progreso”, indica.
Aunque Brasil es por lejos el líder latinoamericano en exportaciones de alta tecnología -sus aviones Embraer, por ejemplo, están entre las aeronaves más vendidas del mundo-, "hay una clara reducción en la proporción de exportaciones de alta tecnología en los últimos años”, revela el informe.
Las exportaciones de alta tecnología de Brasil disminuyeron del 10,4% del total del país en 2000 al 5% en 2010. Inversamente, la proporción de exportaciones de materias primas de Brasil aumentó del 46% al 63% de las exportaciones totales en el mismo período, consigna el estudio. En otras palabras, Brasil se ha vuelto demasiado dependiente de las exportaciones de alimentos, y demasiado dependiente de China.
Durante la década pasada, las exportaciones de alta tecnología de Brasil crecieron en un "modesto” 36%, mientras que las de China e India aumentaron en un 873% y un 389% respectivamente, señala el informe. Entre las razones del mediocre crecimiento brasileño se cuentan una moneda sobrevaluada que encarece los costos laborales, la baja productividad, los altos costos logísticos y la burocracia gubernamental, explica el informe.
Otros economistas ven un cuadro más optimista, acentuando que la economía brasileña probablemente se recuperará y crecerá un 3,5% este año, y que el gobierno de Rousseff planea nuevas licitaciones de infraestructura para el sector privado, que sugieren un alejamiento de las políticas estatistas. Además, está tomando medidas drásticas para combatir la corrupción y mejorar los estándares educativos.
Mi opinión: Soy un gran admirador de la campaña anticorrupción de Rousseff, de sus planes para mejorar la educación, y de sus programas sociales para combatir la pobreza. En casi todos los frentes -menos en la política exterior, en que tiene relaciones demasiado amistosas con algunas de las peores dictaduras del mundo-, Brasil es un modelo para sus vecinos. Pero tiene que salir de su aislamiento económico.
En un momento en el que el mundo parece encaminarse hacia enormes mega-bloques comerciales -tal como el acuerdo de libre comercio que están negociando Estados Unidos y la Unión Europea, que representaría el 47% de la economía mundial-, Brasil no puede permitirse no tener acuerdos de libre comercio con EEUU, ni con la UE, ni con cualquier otro bloque importante extra-regional.
"BRASIL NO puede basar su crecimiento en el consumo interno, ni en las materias primas. Para crecer como potencia emergente y beneficiar a toda Sudamérica, tiene que dejar de ser un gigante mirándose el ombligo.”