La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) adoptó una decisión tan sorprendente como vergonzante para un país: excluyó a la República Argentina de los rankings de las pruebas del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, según sus siglas en inglés). Se trata de una de las evaluaciones educativas más prestigiosas que mide el rendimiento escolar de chicos de 15 años en diferentes ciudades y naciones del mundo. Desde que se publicó el primer informe en el 2000, la Argentina sólo había estado ausente en 2003 pero por decisión propia. Este año el escenario es completamente diferente. Sus autoridades aceptaron someterse a la prueba, pero el país fue eliminado del ranking porque hay serios cuestionamientos técnicos sobre la metodología empleada.
La explicación formal sobre la sanción a la Argentina es diplomática. Fuentes cercanas a la OCDE adelantaron que el informe -que se divulgará en las próximas horas- contiene un apartado en donde se indica que notaron una "disminución significativa de la proporción de niños" que fueron sometidos al examen y una reestructuración de las escuelas secundarias participantes. Pero la realidad es otra. Hay una lectura más terrenal y denigrante.
Los especialistas encargados de elaborar el informe se encontraron con un sorprendente ascenso de la Argentina, que en 2012 había terminado 59 entre las 65 naciones que se sometieron a la prueba, y cuyos alumnos habían mostrado grandes deficiencias para realizar cuentas matemáticas básicas y comprender textos. Ante semejante avance nunca antes observado, la Dirección de Educación y Habilidades de la OCDE puso la lupa sobre el país y se encontró con un dato que les llamó la atención: el gobierno omitió escuelas que históricamente habían participado del test.
Hubo reuniones, discusiones y distintas propuestas para analizar el caso. En principio se pensó incluir a la Argentina en el ranking con una aclaración especial, pero terminó primando la visión de los científicos que explicaron con datos irrefutables que el cambio de metodología alteró ostensiblemente la representatividad de la muestra y tornó imposible la comparación con los resultados registrados hace tres años.
La OCDE evitó hacer una lectura subjetiva sobre los motivos que llevaron a alterar el mecanismo habitual de medición de las pruebas PISA. Sin embargo, no se les escapa que los exámenes fueron realizados durante la gestión de Cristina Kirchner, un gobierno que manejó a su antojo las estadísticas oficiales, le dijo al mundo que tenía 5% de pobres cuando los sondeos privados hablaban de 25% y repitió que la inseguridad era una sensación pese a que los delitos violentos crecían día tras día.
Además de la Argentina, también fueron excluidos de la medición por diversas causas Albania, Kazajstán y Malasia. El ministro de Educación, Esteban Bullrich, adelantó que el martes dará una conferencia de prensa para dar más precisiones sobre el tema.