El enésimo ataque de Silvestre Díaz Quiroga (47) contra la madre de sus hijos, Vanina Rivero (37) tenía un designio mortal. A esa conclusión y no otra, llegaron la propia víctima y sus familiares por el modo en que se produjo la agresión ayer en la mañana. Alrededor de las 9, el jornalero llegó a ese precario rancho donde tenía prohibido entrar desde el 21 de enero pasado y con un martillo se abalanzó sobre ella a golpe limpio.

El oportuno grito de uno de los dos hijos menores de la mujer, un chico de 13 años, sirvió para sortear ese destino trágico, porque la advertencia puso en guardia a la víctima y en fuga al agresor, dijeron.

Pero igual, el daño en la salud quedó grabado: la oreja izquierda destrozada, los dos pómulos inflamados y uno de los párpados caídos y un corte en la cabeza, detrás de la oreja que, además, le dejó una fisura en el cráneo. Como la mujer alcanzó a interponer su mano derecha para defenderse, también sufrió una fractura en su dedo índice.

‘Quiero que lo encierren, porque uno de estos días me va a matar’, alcanzó a decir Vanina ayer en el Hospital Rawson.

La víctima aseguró que los insultos y agresiones físicas de su expareja se vienen repitiendo desde hace tiempo. Que son repentinos y no descarta que sea por celos. Y que a causa de uno de esos ataques, fue que un juez le aplicó una medida de restricción para que se fuera de la casa, pero el sospechoso nunca la cumplió.

Todo pasó en el precario rancho de Divisoria y Calle 20, en 25 de Mayo, en el que la víctima vive con sus cinco hijos de entre 22 y 9 años. Allí se mantienen con un contrato de Vanina en el municipio y con lo que aporta su hija mayor cuidando chicos.

A pesar de la denuncia, el sospechoso ayer seguía libre.