Desde que en junio de 1960 ETA asesinara a la niña Begoña Urroz de 22 meses en una estación de San Sebastián (País Vasco, norte español) hasta ayer, en que ha anunciado un alto el fuego “permanente”, la banda terrorista tiene tras de sí cincuenta años de actividad asesina que se ha cobrado la vida de 858 personas. Aunque en sus inicios en los años sesenta se definió como organización socialista revolucionaria de liberación nacional, en ETA ha prevalecido el componente nacionalista e independentista y el uso sistemático de la violencia. Su última víctima se la cobró el pasado 16 de marzo en Francia, cuando asesinó al policía francés Jean-Serge Nerin durante un tiroteo entre agentes y miembros de ETA. La organización terrorista no sólo ha asesinado a militares, guardias civiles y policías, sino también a políticos, jueces y centenares de personas de a pie en una espiral terrorista que continuó en plena democracia.