“Haciendo todo lo posible para ayudar a la crisis de la subpoblación”, escribió Elon Musk. Así empezaba la publicación en la red social X en julio de 2022, y siguió: “El colapso de la natalidad es, con diferencia, el mayor peligro al que se enfrenta la civilización”.

Ahora, con la sorpresiva noticia del nacimiento de su hijo número doce ―aunque dijo que “no era ningún secreto”―, el magnate tecnológico volvió a la carga con una tarea que emprendió hace mucho: la evangelización sobre la importancia de que la gente tuviera muchos hijos. Y con la llegada de un nuevo heredero, Musk da el ejemplo.

La paternidad es una de las facetas menos conocidas del creador de SpaceX, un rol que ejerce con contradicciones, desafíos, presencia y participación en la vida de sus hijos. Musk no es un padre convencional, se sabe. Pero al genio tecnológico lo desvela el futuro y cómo el avance de la inteligencia artificial dejaría atrás a la inteligencia humana.

¿La solución para el avance irrefrenable de la AI, según Musk? Tener hijos. “Recuerda mis palabras, son tristemente ciertas”, concluyó en la publicación de X.

Una visión de futuro
Musk lleva más de una década con el pensamiento ―y la preocupación― de que la inteligencia artificial se descontrole, desarrolle una mente propia y sea el fin de la humanidad. El creador de Neuralink teme, desde su separación de Sam Altman, el director ejecutivo de OpenAI, que los chatbots y los modelos de inteligencia sean “políticamente adoctrinados” e, incluso, volverse hostiles con la especie humana.

“¿Qué acciones podemos tomar para minimizar los peligros de la AI y asegurar la supervivencia de conciencia humana?”, se preguntaba Musk. Y Walter Isaacson, el autor de la biografía Elon Musk, recuerda perfectamente ese momento. La cita con el escritor fue en la casa de Austin de Shivon Zilis, la madre de los mellizos Strider y Azure, y del nuevo bebé del magnate tecnológico, del que no se conoce ningún dato más que su nacimiento y que se lleva 20 años con sus hermanos mayores.

Allí, al costado de la piscina, con las piernas cruzadas, Musk les hacía upa a los mellizos. Entre unos donuts y el café preparado por Shivon, Elon estaba preocupado. ¿Por qué? El futuro no lo dejaba dormir. Entre los tonos bajos y monótonos, que se alternaban con risas estridentes y maníacas, según recuerda Isaacson, el magnate señaló que la cantidad existente de inteligencia humana se estaba estancando porque no tenían hijos.

A esa premisa, el genio tecnológico antepuso otra: la inteligencia computacional crece exponencialmente, siguiendo una suerte de “ley de Moore con esteroides”.

La ley de Moore es una observación realizada por el cofundador de Intel, Gordon Moore, en 1965, clave para el avance tecnológico, que implica la idea del desarrollo de dispositivos electrónicos cada vez más potentes y eficientes.

Esta disparidad, según Musk, plantea un escenario donde la capacidad de la inteligencia biológica podría ser eclipsada por la inteligencia digital en un futuro no tan lejano.

Mientras los mellizos intentaban aprender a caminar entre risas, Musk volvía sobre una idea que había tomado de su afición a los libros y la lectura de ciencia ficción: la conquista de otros planetas. ¿El más cercano? Marte. El CEO de Tesla sueña con crear una colonia humana sostenible “antes de que un apocalipsis destruya la civilización terrestre”, según cuenta Isaacson.

Una vez más, Musk hizo hincapié en la urgencia de crear nuevas generaciones para contrarrestar la baja tasa de natalidad, que afecta a muchas naciones industrializadas. Según el empresario, la insuficiente fecundidad puede poner en riesgo la continuidad de culturas y economías en países como Francia, Japón e Italia.

Su vida personal es un fiel testimonio de cómo se hace cargo de la problemática que lo mantiene en vilo. El multimillonario hizo públicas sus relaciones sentimentales, a la vez de su creencia en la importancia de una familia numerosa, tanto que ahora es padre de 12 hijos.

Su primer matrimonio con Justine Wilson resultó en cinco hijos vivos tras la trágica pérdida de su primogénito. Con la artista Grimes, Musk tuvo tres descendientes, todos con nombres inusuales. Además, de los más chicos, cuya madre es Zilis, ejecutiva de su empresa Neuralink.

Así es la familia de Elon Musk
La primera gran historia de amor que protagonizó Elon Musk se remonta al año 2000, cuando dio el ‘sí, quiero’ a la escritora Justine Wilson. De esta unión nació su primogénita, Nevada Alexander, que, desgraciadamente, falleció con tan solo diez semanas de vida a causa del síndrome de la muerte súbita del lactante. A pesar del dolor, el matrimonio siguió junto y en 2004 ampliaron su familia con la llegada de Griffin y Xavier Alexander, al alcanzar la mayoría de edad este último cambió de género y decidió suprimir legalmente su apellido paterno cortando cualquier tipo de vínculo con él. En 2006, la alegría se multiplicó por tres con los trillizos Kai, Saxon y Damian. Dos años después, en 2008, Elon Musk y Justine se separaron.

El siguiente romance del emprendedor fue con la cantante Grimes, con quién comenzó su noviazgo en 2018. En 2020, nació su primer hijo en común, un bebé con un nombre de lo más original X AE A-12, aunque posteriormente lo cambiaron a X AE A-XII. Antes de su ruptura en 2021, la pareja tuvo otra niña por el método de la gestación subrogada, Dark Sideral, apodada Y. Pero aquí no quedó la cosa, puesto que en 2023 el autor de la biografía de Musk, Walter Isaacnoc, reveló que el empresario y la artista tienen otro hijo más, Techo Mechanicus, cuyo nacimiento está envuelto en un halo de misterio.