Kamala Harris y Donald Trump se enfrentan este martes por la noche en un debate público que impactará en la campaña electoral, mientras todos los sondeos de opinión exhiben un empate técnico entre los dos candidatos presidenciales que aspiran a triunfar en los comicios del próximo 5 de noviembre.
A las 21 (hora del este), Harris y Trump ingresarán sin asesores al estudio de la cadena ABC, y sólo tendrán a disposición un bolígrafo, un anotador y una botella de agua mineral. La contienda será de noventa minutos y las preguntas correrán por cuenta de los periodistas David Muir y Linsey Davis.
Con las encuestas arrojando un empate técnico, los dos candidatos asumen que el debate presidencial actuará como un punto de inflexión. Harris sabe qué sucedió cuando Joseph Biden fracasó en su postrero debate, y Trump quiere repetir ese hecho político para alargar la mínima diferencia que exhibe en los sondeos.
La última encuesta publicada por The New York Times muestra a Trump con 48 por ciento de los votos versus el 47 por ciento a favor de Harris. Un empate técnico que el debate puede quebrar para siempre.
Harris se recluyó en el hotel Omni William Penn de Pittsburgh para preparar el debate. Sus asesores montaron un estudio similar al que ingresará esta noche, y durante los constantes ensayos enfrentó a un sparring político que vestía y hablaba como Trump.
La candidata demócrata quiere demostrar que puede liderar Estados Unidos con una agenda moderna, y no dudará en tomar distancia -con sutileza- del programa económico que ejecutó Biden desde el Salón Oval.
En este contexto, Harris tiene tres objetivos a cumplir durante el debate: presentar sus ideas al electorado indeciso que no la conoce, convencer a los independientes que exigen una nueva agenda presidencial, y desnudar las posiciones ideológicas (aborto y impuestos) que definen el discurso de Trump.
“Esperamos que Donald Trump esté listo para el debate. Es un showman que ganó su debate más reciente en junio (contra Biden), y sabemos que ha estado practicando aún más y preparándose más duro que nunca”, señaló Kevin Munoz, vocero de Harris.
Y añadió: “La Vicepresidenta vendrá al debate preparada para compartir su visión de un nuevo camino a seguir para nuestro país que pase la página del pasado, y creemos que cristalizará para el pueblo estadounidense lo que está en juego en esta elección”.
Por su parte, Trump se refugió el fin de semana en su club de golf en Bedminster, New Jersey. En esas 48 horas, el candidato republicano revisó los discursos de Harris durante la campaña electoral y su presentación en la convención demócrata en Chicago.
El guión de debate de Trump se apoya en la situación económica que deja Biden. El comité de campaña republicano tiene un sondeo propio que muestra a Trump por encima de Harris en un 15 por ciento, cuando se pregunta sobre economía, inflación y empleo.
Y la diferencia entre ambos adversarios también crece al momento de consultar sobre la inmigración indocumentada: el expresidente obtiene una diferencia de 21 puntos sobre la vicepresidente, que se encargó del tema con escaso éxito en 2021.
A su vez, se prevé que Trump hará foco en el tablero internacional. Cuestionará la retirada de Estados Unidos desde Afganistán, criticará la estrategia de negociación de Biden respecto al cese del fuego entre Israel y Hamas, y argumentará que la guerra en Ucrania es consecuencia directa de la agenda geopolítica de la administración demócrata.
El candidato republicano además usará la imagen publica de Biden para castigar a Harris. El presidente de los Estados Unidos tiene una imagen negativa promedio de 54,4 por ciento (acorde al sitio Realclearpolitics), y Trump intentará aprovechar este hecho político para erosionar el perfil electoral de Harris.
Harris y Trump tienen desafíos diferentes frente a la audiencia infinita que captará el debate presidencial. La candidata demócrata buscará fortalecer su nivel de conocimiento público para captar el voto indeciso, mientras que el expresidente republicano tratará de evitar sus raptos de misoginia y discriminación racial.
Cualquiera de los dos que logre su objetivo en la contienda pública, mejorará sus posibilidades de suceder a Biden en el Salón Oval.