Horas de alta tensión e incertidumbre se vivían anoche en Honduras tras el sigiloso regreso al país del derrocado presidente, Manuel Zelaya, después de tres meses de exilio para buscar su restitución, en un desafío al Gobierno de facto que prometió arrestarlo. Por lo pronto, se decretó el estado de sitio y hay presiones para que Brasil entregue a Zelaya ya que el mandatario depuesto se refugió en la embajada brasileña en su regreso a Tegucigalpa.

La llegada de Zelaya a la capital hondureña generó una enorme confusión y sorpresa entre toda la población, seguidores y detractores, mientras que el presidente de facto, Roberto Micheletti, y las Fuerzas Armadas negaban, en principio, su presencia en el territorio. Ante el caldeado clima político el titular de la OEA, José Miguel Insulza viaja hoy a Honduras.

La emisora Radio Globo, afín a Zelaya, dijo en principio que Zelaya había llegado bajo la protección de las Naciones Unidas, mientras que Micheletti afirmaba que el depuesto presidente se encontraba en "una suite de un hotel de Nicaragua".

Luego, el mismo Zelaya confirmaba a Efe, a través de su vicecanciller, Beatriz Valle, que estaba en Tegucigalpa. Y Micheletti exaltaba los servicios de "inteligencia" del Ejército y la Policía, de los que dijo que conocían todos los movimientos de Zelaya fuera del país.

Jovial, con su acostumbrado sombrero de ala, camisa blanca y pantalón negro, Zelaya llegó silenciosamente a la embajada de Brasil, lo que después provocó el júbilo de miles de sus seguidores aglutinados en un frente de resistencia popular que exigen su regreso al poder desde el golpe cívico-militar.

"Soy el presidente legítimo electo por el pueblo y por eso vine aquí", dijo Zelaya a Reuters vía telefónica desde su refugio. "Vengo a ayudar a mi país y a mi pueblo y mi presencia aquí es para esto", subrayó.

Zelaya dijo que regresó a Honduras después de haber hecho un largo viaje de 15 horas para llegar a la capital en diferentes transportes y en diferentes momentos", con ayuda de varias personas".

Zelaya fue depuesto y expulsado del país a punta de pistola y en pijamas hacia Costa Rica. Desde entonces había intentado volver a su tierra natal a través de negociaciones diplomáticas que naufragaron e incluso cruzando brevemente la frontera desde Nicaragua.

A las puertas de la embajada de Brasil en Tegucigalpa, miles de seguidores de Zelaya se reunieron, algunos parados en autos, otros en techos y hasta trepados en árboles con banderas con los colores de Honduras, en apoyo al depuesto mandatario.

"Sí se pudo, sí se pudo", "fuera los golpistas", gritaban manifestantes, a quienes fuerzas de seguridad habrían arrojado agua, según reportes de la cadena televisiva Telesur.

Zelaya no precisó las razones por las que se refugió en la embajada de Brasil ni tampoco cuánto tiempo permanecería allí para evitar ser arrestado por el Gobierno del presidente interino Roberto Micheletti, que decretó toque de queda desde la tarde del lunes hasta la mañana de hoy martes en todo el país.

En Honduras, una empobrecida nación muy conservadora, el argumento para el golpe de Estado fue el rechazo a que Zelaya buscara tomar el rumbo político de Chávez.