Mientras se trabaja para extraer las 2.300 toneladas de carburante de las bodegas del ‘Costa Concordia‘, aún no se ha decidido qué hacer con los miles de litros de ‘venenos‘, como detergentes o insecticidas, que también naufragaron con el crucero y que amenazan a una de las áreas marinas más importantes de Italia.
El responsable de la Protección Civil italiana, Franco Gabrielli, comunicó ayer la larga lista de todo el material que albergaban los almacenes del buque y que Costa Cruceros, la naviera propietaria del barco, ha enviado.
Además de las toneladas de alimentos y bebidas que yacen en las bodegas de la embarcación, también se comunicó una escalofriante ‘lista negra‘ de productos potencialmente contaminantes de los que nadie aún se está ocupando.
Y es que el naufragio de un barco de estas dimensiones, con 4.300 personas a bordo, es como si el mar se hubiese tragado un pueblo entero o un enorme rascacielos.
El ‘Costa Concordia‘ esconde en su interior más de mil metros cúbicos de aguas residuales, 50 litros de insecticida, 41 metros cúbicos de aceites lubrificantes, 600 kilos de grasa para las máquinas, 354 kilos de esmaltes densos y 855 litros de esmaltes líquidos, 293 litros de pinturas y una tonelada de hipocloruro de sodio, es decir mil litros de lejía. Pero además en sus bodegas se amontonan decenas de bombonas con 400 litros de oxígeno, 5.120 litros de nitrógeno y 3.920 litros de anhídrido carbónico, entre otros.
A esto hay que añadir miles de litros de detergentes, que Protección Civil comunicará en los próximos días cuando tenga la lista detallada de cada producto.
Lo que todavía no se sabe es cómo se evitará que todos esos fluidos contaminantes acaben en el mar.
El crucero encalló el 13 de enero a pocos metros de las costas de la isla de Giglio, que forma parte del archipiélago Toscano, un área marítima protegida clave para el paso de cetáceos y con ricos fondos de coral.
El portavoz de la asociación Legambiente, Angelo Gentili, denunció que se hayan concentrado todos los esfuerzos en la extracción del carburante y se hayan olvidado por completo las tareas para recuperar otras sustancias contaminantes y el resto de basura que escupe la nave poco a poco.
‘Estos días los buzos (que se encargan de la búsqueda de los desaparecidos) aseguran que el casco emana un fuerte y desagradable olor y que, cuando salen, tienen que someterse a duchas desinfectantes‘, indicó Legambiente.
Hoy o más tardar mañana comenzarán las tareas para la extracción de las 2.300 toneladas de carburante, que durarán cerca de un mes.
Solo después se empezarán a preocupar del resto de ‘venenos‘ que conserva el crucero, cuyo naufragio causó la muerte de al menos 16 personas, mientras que otras 22 siguen desaparecidas.
El responsable de Protección Civil admitió que no se sabe cuándo y cómo se eliminará la presencia de la nave de la costa de la isla de Giglio. ‘Esperemos que no sea demasiado tarde‘, se lamentan los ecologistas.

