Entre violaciones y parrilladas con mariachis conviven políticos tristemente célebres y demás presos en la cárcel boliviana de "régimen abierto" de San Pedro de La Paz, que muchos creen que es una de las más extrañas del mundo.
El "régimen abierto" significa que no hay vigilancia en su interior, por lo que en sus patios todo puede pasar -y pasa-, mientras que muchas de sus celdas se han convertido en viviendas con grandes comodidades, dependiendo del poder económico de los internos, que en un 75 por ciento no tienen sentencias firmes.
Ese peculiar régimen permite sucesos como la violación de un preso hace pocos días por otros dos presos, cuando el primero se negó a pagar 200 bolivianos (28 dólares) para entrar en uno de los recintos del penal, que los más fuertes controlan como territorio privado.
Situado en una céntrica plaza de La Paz, a unos 3.600 metros sobre el nivel del mar, la cárcel de San Pedro cobró fama con el descubrimiento de que en su interior se realizaban "rutas turísticas", la mayoría para extranjeros, que visitaban durante cuatro horas sus instalaciones, lo que significaba un aporte económico para los presos con el cobro de la entrada.
Las denuncias de que los "turistas" podían comprar droga como parte de la visita alertó a las autoridades, que decidieron instalar un régimen de visitas más estricto. Pero el mayor control afectó al sistema de vida de los cerca de 1.500 presos encerrados en un recinto previsto para 400, que además viven con sus familias, incluyendo hijos que sólo abandonan el penal para asistir a clase.
Las restricciones provocaron un espectacular motín en abril de 2009, para reclamar el regreso al régimen de visitas anterior, y en el que resultaron heridos cuatro presos tras una movilización de más de 200 agentes que lanzaron gas lacrimógeno al interior. Incluso se inició una huelga de hambre de 18 reos que reclamaban poder seguir viviendo con sus familias en el penal.
Entre los hechos más sorprendentes de los últimos años destaca también la fuga en 2009 de cuatro peruanos y un colombiano que se aprovecharon de la construcción del penal con adobes de simple barro pisado, para escapar por un túnel que hicieron al derretir las paredes con grandes cantidades de agua.
Entre los robos más sonados dentro del penal destaca el que se produjo en julio de 2009, cuando cinco presos robaron a otro 60.000 bolivianos (8.500 dólares). Una cuarta parte del botín fue dinero en efectivo, que la víctima había conseguido por el alquiler de algunos electrodomésticos que tenía en su celda: ocho televisores de diferentes tamaños, un refrigerador, una computadora y un equipo de música. El resto es el valor que sacaron los ladrones de la subasta posterior de esos aparatos entre los propios reos.
Por si todo eso fuera poco, en San Pedro están dos personajes políticos bolivianos de primer nivel, uno pro gubernamental y otro de la oposición. Desde septiembre de 2008 está allí un ex gobernador del departamento amazónico del Pando, Leopoldo Fernández, acusado por el oficialismo de supuesta responsabilidad en una matanza de 13 personas en esa región en choques entre partidarios y adversarios del presidente Evo Morales. Fernández copó las principales páginas de la prensa boliviana al celebrar en mayo de 2009 su 57 cumpleaños con una fiesta, una gran parrillada y mariachis dentro del penal.
También está en ese penal Santos Ramírez, uno de los fundadores y principales dirigentes del partido de Morales, y ex presidente de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia.
Ramírez fue encarcelado por un escándalo de corrupción en enero de 2009, después del asesinato del empresario Jorge O\’Connor, y es tan importante en San Pedro que sus compañeros de recinto penitenciario lo eligieron como su representante ante las autoridades policiales.

