En general el amor de los padres hacia sus hijos es un vínculo de cariño de manera recíproca e irracional. Es un afecto casi inevitable que tiene su máxima expresión en las situaciones difíciles, no conociendo límites. Un ejemplo de ello es el caso de la británica Julie Bradford, de 45 años, quien le ofreció su vientre a su hija Jessica, quien quedó infértil después de haber sufrido cáncer de ovario a los 18 años, para que ella pudiera cumplir su sueño de ser madre.

 

 

A principios de este año, Jessica y su marido Rees Jenkins, decidieron tener un hijo mediante fecundación in vitro. En mayo descongelaron un embrión y lo implementaron en el útero de Julie, quien tras ocho meses trajo al mundo un bebé que nació en perfecto estado físico y pesó casi tres kilos. "Cualquier madre haría esto por su hijo. Nunca se cuestionó el asunto y desde el primer momento sabía que lo haría. Es un milagro de Navidad para nosotros", dijo la flamante abuela.

 

Jessica, de 21 años, fue diagnosticada hace tres años con un cáncer de cuello de útero. La imposibilidad de ser madre naturalmente la llevó a que, antes de empezar el tratamiento de quimioterapia, decidiese congelar sus óvulos en el Hospital Universitario de Cardiff, en Gales, pensando formar una familia en el futuro.

 

Los 10 óvulos que sobrevivieron de los 21 que le sacaron a la joven fueron fertilizados y congelados. Tras una larga espera, Julie dio a luz a un hermoso bebé, al que bautizaron Jack, el pasado cuatro de diciembre. "Mi madre es la más valiente y maravillosa del mundo", expresó orgullosa.

 

Actualmente, Jessica está en período de remisión de su enfermedad y se hace chequeos regulares para asegurarse que el cáncer no haya regresado. Aún no puede creer el radical giro en su vida, ya que pasó de tener cáncer y estar al borde la muerte a tener una familia y poder disfrutar de su hijo esta Navidad. "Simplemente te muestra cómo no importa lo que la vida te lance, nunca debes rendirte, porque todo es posible", señaló la joven mamá.