El Gobierno chileno se preparaba para enfrentar desde las 23 de ayer una de las mayores convocatorias de protesta desde la vuelta a la democracia, con un paro general de 48 horas, que incluye desde cacerolazos hasta movilizaciones, medida apoyada por un amplio espectro social en el medio de una crisis política y la caída de la imagen presidencial.
