Bastaron poco más de 25 horas para que los purpurados, encerrados en la Capilla Sixtina, eligieran en el segundo día del cónclave al nuevo sumo pontífice y fue sorpresa para el mundo. Por primera vez en la historia del Vaticano el nuevo Papa era argentino, y por ende, el primero de Latinoamérica y el primero no europeo desde Gregorio III, que nació en Siria y fue pontífice del año 731 al 741.

El protagonista de esta histórica elección es el cardenal Jorge Mario Bergoglio, un jesuita de 76 años, que no figuraba entre los favoritos pero que ya había estado muy cerca de consagrarse cuando en 2005 eligieron a Benedicto XVI.

Su temple, su vocación de servicio, su firmeza para rechazar políticas contrarias a la doctrina de la Iglesia Católica, sus fuertes convicciones religiosas, la defensa a los más humildes y su austeridad, entre otras virtudes, fueron la claves de su elección.

La revelación de noticia, que ansiosamente esperaban los católicos de todo el mundo, desató una ensordecedora algarabía entre los miles de peregrinos que desafiaban la lluvia y el frío de la noche romana en la Plaza de San Pedro. De la misma manera la proclamación del arzobispo de Buenos Aires estremeció de júbilo a millones de argentinos que recibieron este nombramiento como una bendición. Hombres y mujeres de todas las edades se juntaron a rezar en las iglesias y se mezclaron en abrazos y cánticos, agitar de banderas argentinas y papales con lágrimas en los ojos.

En San Juan, espontáneamente y vía Facebook, los fieles se congregaron frente a la iglesia Catedral para manifestar sus emociones.

Francisco fue el nombre que el purpurado argentino eligió para comandar los destinos de la Iglesia en tiempos difíciles y devolverle la fe en el Vaticano a 1.200 millones de católicos.

"Auguro que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario aquí presente, será fructuoso para la Iglesia y para esta bella ciudad", dijo Francisco I desde el balcón de la Basílica de San Pedro ante decenas de miles de fieles que cantaban en italiano "¡Francesco, Francesco"!.

Casi entrada la noche de Roma, la intuición general de los congregados en la plaza era pesimista y nada hacía presagiar que el segundo cónclave del tercer milenio se solucionase en su segunda jornada, pero a las 19.06 hora de Italia (las 15.06 de Argentina), la chimenea de la Capilla Sixtina emanó un intenso humo blanco que anunció al mundo que la Iglesia tenía Papa.

Una hora más tarde las cortinas del ventanal de la fachada de la Basílica comenzaron a recogerse hasta abrirse por completo y dejar paso a Francisco I, el nuevo Papa de la Iglesia Católica que saludó a la multitud con un

amable "buenas tardes". Todo el discurso, como manda el protocolo, fue en italiano.

En su primera aparición pública, Bergoglio bromeó que los cardenales que lo eligieron Papa tuvieron que ir hasta el "fin del mundo" para ungir a un nuevo Obispo de Roma.

La elección de Bergoglio desató mensajes de felicitaciones de numerosos líderes internacionales, quienes destacaron además el hecho histórico de su origen americano. Mientras que la presidenta Cristina Fernández confirmó que viajará a Roma

Francisco I, también el primer Papa jesuita, fue elegido en el segundo día del cónclave y en la quinta votación de los cardenales electores, por lo que el proceso de su designación fue uno de los más cortos de los últimos años.