Sebastián Piñera tendrá que demostrar desde hoy cuando asuma la presidencia de Chile, toda la habilidad empresarial con la que amasó una gran fortuna aplicándola ahora en la reconstrucción de un país

devastado por un poderoso terremoto y varios tsunamis.

El multimillonario de derecha tomará las riendas de Chile tras dos décadas de gobiernos de centroizquierda, en un traspaso que pese a lo histórico será austero.

El sismo de magnitud 8,8 que sacudió la zona centro-sur del país en la madrugada del 27 de febrero, dejando unos 500 muertos identificados hasta ahora y severos daños materiales, llevó a Piñera a poner a la reconstrucción como la máxima prioridad al inicio de su mandato.

Analistas dicen que el sismo abrirá una oportunidad para que Piñera, de 60 años y el primer mandatario de derecha electo en el país en medio siglo, pueda lograr consensos que antes parecían esquivos en torno a su proyecto para levantar las ciudades que fueron arrasadas por el cataclismo.

El terremoto sorprendió a Chile justo cuando dejaba atrás su primera recesión en una década contagiado por la crisis global. Ahora, en el corto plazo, la recuperación tendrá una pausa y una reactivación está prevista para la segunda mitad del año.

Las primeras estimaciones privadas y de Piñera apuntan a daños por al menos unos 30.000 millones de dólares debido al terremoto, que devastó a las regiones del Maule y del Bío Bío.

Piñera recibirá la banda presidencial que dejará Michelle Bachelet, en una ceremonia en la sede del Congreso en Valparaíso a las 12 (hora local y de Argentina), luego de lo cual almorzará en el balneario de Viña del Mar con una decena de jefes de Estado que confirmaron su asistencia. Anoche llegó a Santiago la mandataria argentina, Cristina Fernández, para asistir hoy a la asunción, -ver aparte-.

Tras la comida, el presidente viajará acompañado de algunos ministros en helicóptero a la ciudad costera de Constitución, que fue arrasada por los tsunamis que siguieron al terremoto y que no fueron advertidos a tiempo a la población.

El terremoto acalló momentáneamente a quienes critican a Piñera por no haberse desprendido antes de todos sus negocios, en medio de la venta de sus acciones en la aerolínea LAN, con la que ya ha obtenido unos 875 millones de dólares.

El futuro mandatario comenzó en el negocio de las tarjetas de crédito durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y extendió sus intereses a un amplio abanico de industrias, que en una parte pasó a un fideicomiso ciego antes de asumir.

Analistas dicen que las urgentes necesidades de los afectados de uno de los más potentes terremotos registrados en el planeta probablemente también llevarán a otros grupos a postergar las demandas y movilizaciones que habían anunciado para cuando Piñera asumiera su cargo.

Las posturas proempresariales ya han chocado con las de sindicatos y estudiantes, que habían advertido de

movilizaciones una vez que Piñera tomara las riendas del país.

El terremoto obligó a Piñera a cambiar su agenda, pero "a la vez, es una oportunidad para mejorar la infraestructura, la capacidad del Estado para reaccionar ante emergencias", opinó Robert Funk, analista y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile (INAP).

"Yo creo que para él es más positivo que negativo", agregó el analista sobre lo que implicará la gestión de la

reconstrucción tras el terremoto.