Puede no ser tan famoso como el Colón habanero, pero el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba es
conocido por ser la necrópolis de los próceres y mártires cubanos. Allí se construyó en absoluto silencio
un mausoleo para Fidel cerca del erigido en honor al héroe nacional, José Martí, del que Castro siempre se confesó ferviente seguidor.
Santa Ifigenia, la necrópolis más importante de la capital oriental, fue una elección natural para el expresidente, nacido en esa región, escenario de las luchas independentistas cubanas y que dio cobijo a los ‘barbudos‘ liderados por Fidel en su lucha contra Fulgencio Batista, hasta el triunfo revolucionario de 1959.
Bautizado con el nombre de una santa de raza negra -como la mayoría de los que viven en la ciudad-, el camposanto está entre los más antiguos de la isla y fue inaugurado en febrero de 1868. En Santa Ifigenia reposan varios compañeros de Fidel, muchos de ellos participantes en el asalto al santiaguero Cuartel Moncada, acción liderada por Castro en 1953, y luchadores clandestinos como los hermanos Josué y Frank País, dos de los máximos jefes del Movimiento 26 de julio. Cuando en una tumba ondean la bandera cubana y la rojinegra de esta organización rebelde, allí reposa un guerrillero. Además, Santa Ifigenia resalta por las obras de arte que adornan las tumbas de luchadores y patricios santiagueros, entre ellos el rico magnate ronero Emilio Bacardí, que yace dentro de una pirámide de mármol negro.