Las familias afganas que quieren proteger a sus hijas de los matrimonios infantiles se enfrentan a un dilema cuando éstas alcanzan los ocho o nueve años. Los padres que deciden no recibir ofertas económicas que les hacen adultos de entre 40 y 70 años, se ven forzados a convertirlas en "bacha posh" que, en Dari, la lengua mayoritaria del país, significa "vestidas como un niño".
Les cortan el pelo a lo chico, las visten con ropajes muy masculinos y les cambian el nombre para que, sobre todo en el ámbito rural, pasen desapercibidas en una sociedad que las considera poco más que un bien material. Sin embargo, muchos progenitores, guiados por los líderes religiosos locales y las tradiciones tribales, deciden finalmente venderlas por grandes sumas de dinero.
Mardanqal, de 70 años y oriundo de la aldea de Kata Qala, en la provincia de Faryab, al norte del país, casó recientemente a su hija de 14 años con Sarwar Baik, de 60, por "3.000 dólares, una vaca y 10 ovejas". "Un padre que mantiene a sus hijas en casa y no las casa cuando es debido está cometiendo un pecado", añadió el hombre para justificarse.
La directora del departamento de asuntos para la mujer en Balkh, Suhaila Hadid, afirma que "cada día se encuentra con un nuevo caso de matrimonio infantil forzoso". Asimismo, el representante de la Comisión Independiente por los Derechos Humanos en Afganistán, Qazi Sayed Mohamed Sameh, alerta de que "el matrimonio infantil en el norte del país está aumentando. En 2015 registramos 56 casos, pero son sólo la punta del iceberg".