Manuel Fraga, el fundador del Partido Popular (PP), agrupación política que recientemente recuperó el poder en España murió anoche en su domicilio de Madrid a los 89 años de un fallo cardíaco. Padecía una infección respiratoria importante a causa de un fuerte catarro y en el momento de su fallecimiento se encontraba rodeado de sus más familiares más cercanos.
Fraga ha sido una figura clave en la historia reciente de España, no en vano tuvo un papel decisivo durante la dictadura del general Francisco Franco (1939-1975), la transición y la democracia, en la que trabajó de forma decisiva como padre de la Constitución.
El presidente fundador del conservador Partido Popular había recibido este sábado un mensaje de afecto dirigido por el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, en el que le deseaba su pronta recuperación.
El presidente fundador del PP atesoró una personalidad única, que le hizo protagonizar anécdotas inolvidables y celebras frases por las que será recordado.
A él se le atribuye la famosa ‘¡¡¡la calle es mía!!! ‘ cuando era ministro de la Gobernación, aunque él negó reiteradamente haberla pronunciado.
La imagen más famosa y que aún tienen en la retina muchos mayores es indudablemente el chapuzón que se dio en Palomares, cuando, en 1966, siendo ministro de Información y Turismo quiso demostrar a la población, junto con el entonces embajador de EEUU, que las aguas de esta localidad almeriense no estaban contaminadas.
Una imagen que dio la vuelta al mundo y que se produjo días después de que un bombardero estadounidense, cargado con armas nucleares, chocara con el avión que le suministraba combustible cuando sobrevolaba Palomares y cuyos restos cayeron al mar.
También generó anécdotas graciosas cuando, en medio del frenesí electoral y con su afán de saludar a todo el mundo -siempre fue partidario de conseguir votos puerta por puerta-, llegó a saludar efusivamente a un maniquí en unos grandes almacenes ante la sorpresa de todos los presentes.
La misma perplejidad que, a buen seguro, mostraron muchos al enterarse de que, en sus tiempos mozos, dejó plantada a la mismísima Ava Gardner, una de las actrices más bellas de Hollywood, cuando ella le invitó a tomar unas copas y éste las rechazó, para su sorpresa, alegando que estaba muy ocupado.
El susodicho era así… capaz de eso y de mucho más, que se deshacía en elogios hacia las mujeres, pero que evitaba las tentaciones, porque era, sobre todo, un hombre fiel a sus principios conservadores y anteponía su conciencia a cualquier otra cosa.
Fallecida su mujer, el hombre de hierro no podía evitar llorar en cualquier acto público, sin importarle la audiencia, cada vez que algo le recordaba a ella y, si alguien le preguntaba por asuntos de mujeres, respondía que su única novia era Galicia.
Célebre fue también cuando confesó que si se hubiera quedado en Cuba, adonde emigraron sus padres, ‘probablemente hoy sería Fidel Castro‘ sin importarle que éste sea de izquierdas y él muy de derechas. El caso es mandar…
Las lindezas de Fraga dirigidas a los gays, con aquello de ‘los que lo hacen al revés‘; su comparación de los votantes indecisos con las mujeres, porque ‘cuando las preguntas con cuántos hombres se acuestan, nunca dan una respuesta absolutamente certera‘, o sus críticas a los ecologistas -‘si por ellos fuera aún estaríamos en las cuevas de Altamira‘- le valieron la reacción guerrera de numerosos colectivos y, también, de sus adversarios.
Quién no recuerda aquel arrebato de autoridad que le dio cuando rompió, con gran ímpetu, la carta de dimisión sin fecha que le había entregado su sucesor, José María Aznar.
‘Ni tutelas, ni tutías‘. Una frase muy explícita que quedará para el recuerdo y que respondía a la autorización que le dio Aznar para que hiciera valer su dimisión cuando lo considerara oportuno.

