Buenos Aires, 14 de mayo.-
Al menos 88 personas murieron ayer cuando dos hombres-bomba se detonaron en un centro de entrenamiento militar en Charsadda, Pakistán, en “venganza” por el asesinato de Osama bin Laden a manos de un comando estadounidense. Una organización talibán vinculada a Al Qaeda se atribuyó el atentado y amenazó: “Esta es la primera venganza por el martirio de Bin Laden. Y habrá más”.
“El Ejército paquistaní no supo proteger su tierra”, expresó Ahsanulá Ahsan, vocero de Thehrik-e-Taliban Pakistan (TTP). “No envíen a sus hijos a alistarse a las fuerzas de seguridad paquistaníes”, advirtió, y aseguró que su milicia tiene planificados ataques a ciudadanos de los Estados Unidos que residen en Pakistán. Criticó a las fuerzas de su país por no haber detenido el operativo lanzado por Barack Obama la semana pasada.
Los suicidas se inmolaron en Charsadda, una localidad del distrito de Shabqadar cerca de la frontera con Afganistán, en la entrada principal del centro de las Frontier Corps (policía de frontera). Se trata de una fuerza de pocos recursos que, sin embargo, está en la primera línea de combate contra Al Qaeda y grupos terroristas afines en la zona definida como Af-Pak (Afganistán-Pakistán). Como otras ramas de las fuerzas de seguridad paquistaníes, recibe dinero de los Estados Unidos para su adiestramiento.
De los 88 muertos, 79 eran reclutas y 9 eran civiles, según el jefe de la policía local, Liaqat Ali Khan. El ataque dejó además 120 heridos. Casi un millar de cadetes salían del lugar después de seis meses de entrenamiento. Un sobreviviente contó que estaban alegres porque iban al encuentro de sus familiares, algunos de los cuales les habían traído regalos, y tendrían algunos días libres.
El lugar quedó regado de trozos de vidrio mezclados con charcos de sangre, gorras y zapatos militares. Las explosiones destruyeron una decena de colectivos. “Estaba sentado en el vehículo y esperaba a mis colegas”, relató Ahmad Ali, un cadete herido y contactado en el hospital por teléfono. “Estábamos contentos porque nos íbamos a casa con nuestras familias. De repente oí a alguien gritar ‘Alá es el más grande’ y, a continuación, una potente explosión.”
Shafeeq-ur-Rehman, otro joven que sufrió traumatismos en una pierna, también aportó su testimonio: “Mientras estábamos sentados en los autobuses, hubo una explosión pequeña. Un momento después hubo una segunda, más grande. Caí a la carretera y quedé inconsciente”. En el hospital de Peshawar, la ciudad populosa más cercana a Charsadda, un anciano se preguntaba ante el cadáver de su hijo: “¿Por qué nos matan? ¿De quién es esta guerra? ¿Cuál es nuestro pecado?”.
Fue el primer ataque terrorista en Pakistán desde el asesinato de Bin Laden y el más mortífero en lo que va del año. Al Qaeda había prometido represalias por la Operación Gerónimo.
El grupo Thehrik-e-Taliban Pakistan es responsable de la ola de más de 450 atentados que acabaron con la vida de 4.300 personas en los últimos tres años en el país. La organización avisó en un comunicado que los gobernantes de Pakistán y el Ejército serán el primer objetivo militar, y los Estados Unidos serán el segundo.