En medio del rechazo internacional a unas elecciones presidenciales polémicas y con la casi nula participación de la oposición, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se encaminaba anoche a ser reelecto en unos comicios que podrían haber marcado una histórica abstención de votantes de entre el 70 y 90%.
Según voceros de la oposición y hasta el único observador internacional de las elecciones, el expresidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, fueron unos comicios apáticos con poca participación pese a las amenazas de la maquinaria chavista. Sólo en los centros de votación en los barrios pobres de Caracas se vieron colas para votar en los "puntos rojos". Venezolanos de escasos recursos llevaban sus "carnets de la patria" emitidos por el Gobierno para ser escaneados en puestos callejeros para sufragar por miedo a perder beneficios como raciones de comida subsidiada y "bonos" monetarios de los que dependen por la hiperinflación.
Henri Falcón, un soldado retirado y gobernador del estado Lara que desafió el boicot para enfrentarse a Maduro, dijo que su equipo había registrado 350 quejas sobre los "puntos rojos".
"Aquí no se puede seguir comprando votos, jugando con la dignidad de la gente", dijo Falcón después de emitir su voto.
Durante la campaña, Maduro había prometido que los votantes que mostraran su "carnet de la patria" después de emitir su voto recibirían un "regalo". Así, sin rivales de peso y aprietes psicológicos a los votantes, se espera que el mandatario Nicolás Maduro se quede en el poder hasta 2025.
A la ayuda con recursos estatales que recibió Maduro se sumó la inhabilitación de sus rivales más fuertes y un consejo electoral considerado proclive al Gobierno. Este combo es el que llevó a que muchos países de la región, EEUU y desde Europa consideren ilegales estas elecciones, y por lo tanto, ya anticiparon que desconocerán el resultado, tal como lo hizo el presidente argentino, Mauricio Macri.
El cierre de la votación se extendió por casi una hora más, es decir, las 19 hora local (21 de Argentina), y se esperaba el primer conteo oficial para dos horas más tarde.
"Vine a votar porque quiero que ese señor se vaya de ahí. No podemos seguir así. Necesitamos algo distinto", explicó a la agencia de noticias DPA María Justo, una venezolana de 65 años del Petare, uno de los barrios marginales más grandes de Sudamérica. "Habrá fraude", sentenció por su parte Janet Borges, una venezolana de 47 años. Un poco más de 20,5 millones de venezolanos estaban habilitados para votar.