La elección presidencial más polarizada de la historia de Brasil en décadas define hoy si regresa al poder un exmandatario de izquierda que pasó un tiempo en la cárcel por condenas de corrupción o si sigue gobernando el actual populista de derecha.
Para ganar en primera vuelta y eludir el balotaje del 30 de octubre, el ganador necesita conseguir la mitad más uno de los votos.
Los sondeos señalan que el expresidente izquierdista, Luiz Inácio Lula da Silva, obtendría el 48,3% de los votos válidos, lo que lo sitúa estadísticamente a un paso de conseguir la mitad más uno de los votos, necesaria para evitar una segunda vuelta. El presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, obtendría un 34%.
Estos comicios son mirados con especial interés en el continente y en el mundo, ya que
Brasil ostenta el quinto lugar en superficie, el décimo tercero en términos del tamaño de su economía y una cantidad de votantes habilitados que lo convierte en la segunda democracia más grande del continente, detrás de Estados Unidos.
"Brasil vive un momento singular. Toda la infamia que tendieron sobre Lula ha quedado disipada, toda la mentira quedó al descubierto y, si a Lula le va bien, América latina tiene una oportunidad, porque Lula es ese líder regional que América latina necesita", había dicho el presidente Alberto Fernández hace meses.
El "renacido" Lula se presenta luego de haber sido condenado a nueve años de prisión por corrupción en la Operación Lava Jato por una denuncia del fiscal Deltan Dallagnol acogida y aceptada por el exjuez Sérgio Moro. Esa condena lo proscribió de las elecciones de 2018, en las que venció Bolsonaro, en el peor momento del Partido de los Trabajadores (fundado por Lula) y con una ola antisistema que arrastró a todos los partidos políticos.
El exmandatario estuvo en prisión 580 días: el escándalo permitió el ascenso a gran velocidad de Bolsonaro hace cuatro años como estandarte de la antipolítica y de un discurso contra la izquierda, e inclusive a favor de la dictadura militar y la tortura ejercida a presos políticos.
El Supremo Tribunal Federal determinó por mayoría la anulación de los procesos contra Lula al considerar parciales por manipulación y persecución política las causas encabezadas por el fiscal Deltan Dallagnol y el juez Sérgio Moro.
Están habilitados para votar 156,4 millones de personas y el voto es obligatorio para los ciudadanos de entre 18 y 69 años y opcional para los que tienen 16 y 17 y los mayores de 70. El Tribunal Superior Electoral contabiliza apenas los válidos para elegir presidente, es decir, no incluye a los sufragios en blanco o los anulados. En Brasil, un candidato necesita más del 50 por cientos de los votos para ganar en primera vuelta y esto vale también para los 27 gobernadores que deberán ser elegidos en estas elecciones. Los comicios serán claves porque también se deciden a los 513 diputados de la Cámara Baja y a 27 de los 81 senadores nacionales. La violencia electoral tiñó la campaña en Brasil, un país que solía ufanarse de una cordialidad ancestral. Poco se sabía hasta ahora de la cantidad de casos de agresiones debidas a las confrontaciones políticas, pero un estudio de la Universidad Federal de Río de Janeiro reveló que en el primer semestre hubo 40 muertos. Y la mayor parte de los damnificados son votantes de Lula.