Finalmente claudicó. Luego de dos días de mantenerse atrincherado en la sede del sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo para evitar su detención , frente a una fervorosa multitud de simpatizantes, el expresidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva anunció que en las próximas horas se entregará a la Policía Federal para cumplir su pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción en el marco de la Operación Lava Jato.

 

En un enérgico y desafiante discurso, el máximo líder del Partido de los Trabajadores (PT) reiteró su inocencia, se definió como un perseguido político y acusó a la Justicia, la prensa y la élite económica de intentar impedir su candidatura para las elecciones de octubre, en las que es el gran favorito. Icono de la izquierda latinoamericana, convirtió lo que era una misa en homenaje a su fallecida esposa en un acto político histórico, que acabó en un baño de masas con Lula transportado sobre los hombros de los militantes petistas mientras le entregaban flores y le expresaban su apoyo.

 

En ese marco, Lula confirmó que se entregará. “Soy el único ser humano que está procesado por un departamento que no es mío. Tengo la conciencia tranquila”, dijo y agregó: “Voy a atender el mandato de prisión”.

 

Cientos de personas acompañaron al expresidente, quien estuvo en el escenario junto a su sucesora, la exmandataria Dilma Rousseff , destituida en mayo de 2016. “¡El pueblo unido jamás será vencido!”, “¡No se entrega!” y “¡Lula libre!” cantó la multitud enfervorizada. En sintonía con el clamor popular, Lula transformó la misa en un acto de campaña. “No tengo miedo de ellos”, aseguró y pidió. “Me gustaría debatir con [el juez] Moro, me gustaría que me mostrase una prueba”.

 

“Me gustaría que pruebe cuál es el crimen que cometí en el país. Si fue por el crimen de poner a pobres y negros en las universidades, quiero quiero decirles que voy a continuar siendo un criminal en este país”, lanzó ante un público que celebró con aplausos y gritos cada frase del expresidente.

 

Visiblemente enojado, aseguró: “Ellos no quieren que Lula vuelva porque los pobres no pueden comer carne de calidad, tienen que comer cosas de segunda categoría”.

 

 

“Soy un ciudadano indignado. Estoy viviendo el momento de más indignación que se puede vivir. Me dicen que vaya a la embajada de Bolivia, de Uruguay. No tengo edad para eso. Los voy a enfrentar mirándolos a los ojos. Cuanto más días me tengan preso, más Lulas van a nacer en este país”, lanzó y remarcó: “Voy a probar mi inocencia”.

 

Tras ser llevado en andas por la multitud, Lula sufrió una leve descompensación cuando estaba dentro del Sindicato y fue asistido por un médico, pero luego se recuperó, dijo el sábado la actual líder del PT, Gleisi Hoffmann: “Él ya está bien, fue el calor”.