En la madrugada del 17 de enero de 1991, fuerzas aéreas de una coalición de países, autorizada por las Naciones Unidas, bombardearon masivamente objetivos militares en Iraq y Kuwai, y destruyeron el sistema de radares iraquí. Además, lanzaron misiles Tomahawk desde la flota naval desplegada en el golfo Pérsico y el mar Rojo.
La operación fue bautizada por EEUU como “Tormenta del Desierto” y si bien marcó el inicio de las acciones bélicas en la Guerra del Golfo, o como la llamó Saddam Hussein “la madre de todas las batallas”, oficialmente se cuenta como el inicio de este conflicto armado el 2 de agosto de 1990. Ese día el ejército iraquí, comandado por su presidente, Saddam Hussein, invadió Kuwait, derrocando al emir Yaber III y anexionándose el pequeño estado.
Apenas trascendió la noticia de la invasión, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó el hecho a través de una serie de resoluciones. Castigó la invasión iraquí y le impuso sanciones económicas, un embargo marítimo y un bloqueo aéreo.
El 29 de noviembre de 1990, La ONU emitió la resolución Nº 678 autorizando el empleo de la fuerza si es que Iraq no abandonaba Kuwait antes del 15 de enero de 1991. Si se incumplía el plazo y no había una respuesta favorable, Iraq sería atacado. Además, la coalición, liderada por Estados Unidos, movilizó tropas y armamento hacia Arabia Saudita y la zona en conflicto.
En ese contexto, las fuerzas de la coalición de países, que incluso contaban con muyahidines afganos, movilizaron un millón de hombres (casi medio millón eran norteamericanos), dos mil carros de combate, unos 1.800 aviones y más de cien buques de guerra, entre ellos seis portaaviones.
Los iraquíes por su parte disponían de un ejército de 545.000 soldados, 4.500 blindados, 700 aviones de combate y un buen número de misiles Scud de alcance medio y algunas plataformas móviles con las cuales era posible dispararlos desde cualquier lugar de Iraq. Y supuestamente, contaban con un importante arsenal de armas químicas y biológicas que se decía habían sido desarrolladas durante la guerra con Irán. Pero su capacidad organizativa desde el punto de vista militar era muy limitada y después de los casi 8 años que duró el desgastante conflicto con su vecino persa, se encontraba muy desordenado.
Respecto a los motivos que llevaron a la invasión por parte de Iraq, si bien estaban directamente relacionados con el petróleo, también hubo otros factores. Ambos países habían tenido una serie de disputas y tensiones políticas puesto que Iraq alegaba que desde 1980, Kuwait estaba robándole petróleo del yacimiento de Rumaylak (compartido por ambos países). Por otro lado Iraq, que dependía del valor del combustible para pagar su deuda externa contraída durante la guerra contra Irán, se sentía afectado por la superproducción de Kuwait y otros países del Golfo, lo que hacía bajar el precio del crudo. Otra posible causa fue la necesidad iraquí de acceder al golfo Pérsico, lo que implicaba ocupar territorio kuwaití. También se ha dicho que el presidente Saddam Hussein necesitaba una conquista para ganar prestigio y perfilarse como líder dentro del mundo árabe.
Finalmente llegó la fecha del ultimatum impuesto e Iraq no se retiró, dos días después comenzó el conflicto armado para expulsar a las tropas iraquíes de Kuwait. Fue la primera guerra que se transmitió en directo desde el frente de batalla.
El objetivo de la coalición era lograr la supremacía en el aire para luego emprender el ataque por tierra. La fuerza aérea estadounidenses destruyó el sistema de comunicaciones iraquí y atacó todos sus asentamientos militares. Los misiles de crucero Tomahawk fueron protagonistas fundamentales y junto a los aviones de última generación, bombardearon casi todas las ciudades iraquíes, donde murieron miles de personas, incluyendo errores y bajas colaterales. Uno de los incidentes más resonantes y recordados ocurrió el 13 de febrero cuando dos misiles impactaron un refugio antiaéreo en Bagdad, llamado Al-Ameria, provocando la muerte de 1.200 civiles.
La fuerza aérea iraquí efectuó algunas salidas para defenderse, pero no pudo hacer mucho ya que la coalición contaba con una tecnología muy superior a la de su adversario. De hecho, la mayoría de los aviones que poseía Iraq fueron destruidos en los búnkeres o en las pistas donde se encontraban apostados, e incluso algunos decidieron escapar sin entrar en combate para evitar más pérdidas.
Además, Iraq lanzó misiles Scud contra objetivos militares en Arabia Saudita, la mayoría en la capital Riad y varias ciudades israelíes. El objetivo de Saddam Hussein era que Israel entrara en la guerra, que se rompiera la coalición y que las naciones árabes salieran del conflicto.
Pero los israelíes no tomaron represalias y las plataformas móviles desde las que Iraq disparaba los Scud, pasaron a ser un objetivo primordial de la coalición. Por este motivo la táctica no surtió el efecto que esperaba su mentor.
Al ataque aéreo y naval le siguió una intervención terrestre, llevada a cabo a partir del domingo 24 de febrero y tras la cual el régimen iraquí se rindió y aceptó retirarse de Kuwait. El alto del fuego fue declarado el 28 de febrero.
En su retirada, Iraq, detonó explosivos en los pozos petroleros kuwaitíes, provocando incendios que recién fueron totalmente controlados en noviembre de 1990, causando pérdidas aproximadas de 6 millones de barriles de crudo y entre 70 y 100 millones de metros cúbicos de gas natural por día.
Sobre este conflicto armado, que marcó el comienzo de una larga y turbulenta etapa en Medio Oriente, se han escrito gran cantidad y variedad, de libros y artículos, que incluyen diversas teorías sobre los verdaderos motivos que lo provocaron, las maniobras militares y el impacto medioambiental . Como así también las razones por las cuáles el entonces presidente de EEUU, George H. W. Bush, no le puso fin al régimen de Saddam Hussein en 1991, algo que sí hizo su hijo mayor, George W. Bush, doce años después, en 2003.