Mónaco se prepara para celebrar este fin de semana con ceremonias oficiales y actos con vocación de participación popular el enlace del príncipe Alberto II con la ex nadadora sudafricana Charlene Wittstock, que devuelve el interés mediático sobre el pequeño Principado asomado al Mediterráneo.

Las dos ceremonias, una civil el próximo viernes 1 de julio y otra religiosa al día siguiente, culminan cinco años oficiales de noviazgo, pero quieren aprovecharse para mostrarle al mundo la cara amable de un enclave asociado a una tríada compuesta de lujo, glamour y riqueza.

Mónaco espera desde 1956, año en que se casaron Rainiero y la entonces actriz estadounidense Grace Kelly, la celebración de un nuevo enlace de esa categoría, y para intentar que sus ciudadanos no se lo pierdan ha decretado que esos dos días sean festivos.

Por todo el Principado ondean ya las banderas oficiales de Mónaco, de Sudáfrica y la del emblema oficial de la boda, mientras que a pocos días de que ésta se celebre se decorará la ciudad con flores, incluidas la protea, declarada flor nacional sudafricana.
Entre los personajes invitados que le darán todavía más caché al evento se menciona al modisto alemán Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel.

La repercusión turística que esta boda está teniendo sobre el Principado no ha sido cuantificada en cifras precisas, pero desde que se anunció el compromiso en junio de 2010, competiciones que se celebran en el mismo, como el Master Series de Montecarlo o el Gran Premio de Fórmula 1, han alcanzado una venta de entradas ‘histórica‘.

Se ve en ello una relación directa de causa y efecto, y por eso no suenan exageradas las previsiones de que frente a los poco más de 35.600 habitantes del Principado, para el concierto gratuito que el francés Jean Michel Jarre ofrecerá el viernes por la noche, se espera que pueda llegar a haber más de 100.000 personas.

Se han previsto trenes adicionales durante toda la noche para facilitar el trayecto de los asistentes, una medida que se suma a otra que refleja la voluntad de la pareja de que los ciudadanos se sientan partícipes de la celebración: la gratuidad de los aparcamientos del Principado a partir del viernes al mediodía.

En su intento por hacer de una boda de Estado un acto lo más popular posible, están programadas también más de 200 animaciones durante esos dos días, con espectáculos callejeros y musicales.

Pero quizá lo más llamativo es que los monegascos vayan a ser testigos de excepción del enlace, invitados a participar en el bufet que se servirá la noche del enlace civil o a acudir el día de la boda religiosa a la Plaza del Palacio, donde unas 3.500 personas podrán ver sentadas la retransmisión de la ceremonia.
Para quienes quieran tener un recuerdo no ha faltado un elegante catálogo de artículos, cuyo precio oscila entre los dos euros de unas monedas conmemorativas y los 480 de un colgante con el emblema del enlace: las iniciales de Alberto y Charlene, entrelazadas bajo una corona.