La reunificación de Alemania, uno de los episodios más impactantes del siglo XX y que hoy cumple 25 años, pese a sus avances, aún presenta un muro invisible sin derribar entre el Este y el Oeste, en que los antiguos estados orientales siguen siendo más pobres, con mayor desempleo y la población más longeva. Consecuencia directa del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la puja posterior entre los bloques liderados por EEUU y la ex Unión Soviética (URSS), durante cuatro décadas el país estuvo dividido en dos: La República Federal (RFA) y la República Democrática (RDA). Un profesor alemán y una sanjuanina que viven en Frankfurt coinciden, en una entrevista con DIARIO DE CUYO que el motor económico de Europa aún tiene cuentas pendientes para que los alemanes del Este logren una verdadera integración socioeconómica.
Christian Götz nació en Frankfurt hace 36 años. Tenía 11 años cuando vio por televisión la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 que daría paso, casi un año después, al sueño de volver a juntar a las dos alemanias.
Para Christian aquel acontecimiento tuvo un gran impacto ‘emocional’ pero los temas políticos y económicos ‘quedaron en segundo plano’.
‘En aquel tiempo los alemanes no creyeron que fuera posible la caída del muro. Pero lo que he escuchado de mis padres es que eso sorprendió a todo el mundo’.
En Christian ese momento histórico fue vago, pero a medida que fue creciendo fue palpando la realidad de una Alemania toda federal, aunque reconoce que en las nuevas regiones federadas se mejoraron muchas cosas, ‘no fueron suficiente’.
“La vida de la gente del Este del país mejoró mucho sobre todo una enorme infraestructura que a la gente del Oeste nos impresiona. Hay mucha infraestructura vial nueva, es un gran logro. Pero hay muchas regiones que económicamente no han llegado a tener el nivel que tenía la República Federal. Por ejemplo, la gente de Sajonia o Mecklemburgo se fue en busca de trabajo a otros lados. Y en regiones sobre todo rurales se ha quedado sólo la gente mayor y ahí no hay desarrollo. Ahí la cosa es peor porque cada vez una farmacia está más lejos, igual el médico. La realidad da cuenta de que la convergencia sigue a mitad de camino’, admite Christian.
De hecho, las provincias (Land) de la vieja RFA tuvieron un costo económico fenomenal para levantar a la ex RDA, que estaba en la quiebra en todo sentido, con miles de fábricas ineficientes y obsoletas.
Datos oficiales indican que de 1990 a 1994 los nuevos Estados federados recibieron 82.000 millones de euros del Fondo de la Unidad Alemana. De 1995 a 2004, en el marco del denominado Pacto Solidario I, fluyeron 20.600 millones de euros anuales. Actualmente, y hasta el 2019, el Pacto Solidario II fijó un volumen total de 156.000 millones de euros.
Este accionar generó recelo por parte de los de occidente que por años vieron cómo su PBI (Producto Bruto Interno) era destinado para otros.
“Hay malestar porque en el Oeste también hay infraestructura o caminos deteriorados; también hay desempleo, pero creo que es un tema que no inquieta mucho, al menos entre la gente con la que yo me socializo y rodeo. Cierto es que durante muchos años se aportaron miles de millones pero también muchas empresas del Oeste hicieron su negocio mayor al instalarse en el Este y generaron desarrollo’.
El joven profesor alemán que vive en Frankfurt -Alemania occidental- también se refirió a este impuesto con el que se financia el desarrollo de la Alemania oriental. ‘Es cierto que hoy en día se sigue manteniendo el impuesto de la Solidaridad pero realmente no hay ninguna obligación de destinarlo solamente a lo que era antes el Este del país (RDA) sino que entra en el saco de los impuestos y el poder central decide qué hacer con eso’.
Más allá de que el muro se hizo polvo, todavía perduran muchas cosas que diferencian a Alemania.
Christian tiene una explicación. “La intención fue reconstruir todo el país, generar mucho trabajo, muchas empresas iban a abrir fabricas o sucursales en el Este, pero eso no pasó del todo. Lo que sucedió fue que mucha gente se fue a donde estaba el trabajo y no pasó que el trabajo se fue a donde estaba la gente. Otra realidad, es que los trabajadores del Este cobran menos que sus pares del Oeste’, concluye.

