La relación de Fidel Castro con la Argentina, en 5 momentos clave

 

– La primera visita, en 1959

 

La primera visita de Castro podría considerarse la de un "extraño": fue apenas cuatro meses después del triunfo de la revolución, Cuba era parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), la administración de la isla no se había declarado socialista y su figura era hasta simpática para sectores que años después lo aborrecieron.

 

El 1 de mayo de 1959 Castro pisó Buenos Aires, y al día siguiente habló durante 90 minutos ante la Comisión de los 21 de la OEA, en el noveno piso de la Secretaría de Industria. En ese encuentro nacería el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Vestido de un verde militar que chocaba con el azul mayoritario de los trajes de cancilleres y delegados, Castro se permitió una mezcla de ironía y ambigüedad: "Si nosotros estamos sinceramente preocupados de que nuestros países vayan a caer en una dictadura de izquierda, justo y honrado es que mostremos igual preocupación por que los pueblos no caigan en manos de dictadores de derecha".

 

En ese discurso elogió a la democracia estadounidense y destacó especialmente que Estados Unidos había recibido a miles de latinoamericanos emigrados que buscaban mejores destinos. Pero después lanzó un pedido de ayuda económica para salir de la inestabilidad política, que ligó a la falta de desarrollo. Y le puso números al pedido: que Washington le prestara a América latina 30.000 millones de dólares, a diez años.

Presidía la Argentina Arturo Frondizi, y Castro -alojado en el Alvear Palce Hotel- debió responder en una conferencia de prensa varias veces las consulta sobre si había comunistas "infiltrados" en su administración.

 

 

– Un insólito aliado de la dictadura militar

 

Si bien en público mostraba diferencias ideológicas irreconciliables con la Junta Militar, hay decenas de documentos que confirman que el castrismo no sólo calló ante los crímenes del gobierno que presidía el general Jorge Rafael Videla, sino que le aportó respaldo diplomático en los foros internacionales, lo que evitó que la Argentina fuese condenada por la violación masiva de los derechos humanos.

 

Por ejemplo, en el año 1977 Cuba pidió al gobierno de facto de la Argentina, presidido por Jorge Rafael Videla, apoyo en la ONU para poder ingresar al Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La dictadura militar autorizó la operación y solicitó en contrapartida el voto de La Habana para la reelección de Argentina en el Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC). Todo este intercambio quedó registrado en cables secretos que fueron difundidos hace algunos años por la Cancillería. 

 

Todos los gestos que demuestran el estrecho vínculo entre ambas dictaduras fueron cuidadosamente ocultados por las izquierdas latinoamericanas, que se referenciaron en la Revolución cubana e idolatraron a su líder. Son las mismas que, año a año, compiten por ver quién condena con más dureza al Proceso militar argentino de 1976-1983.

 

– La visita de Raúl Alfonsín a Cuba

 

Desde su asunción en el poder, Raúl Alfonsín buscó estrechar lazos con el gobierno cubano. Primero a través de su canciller, Dante Caputo, y luego con algunas misiones comerciales que sirvieron de preámbulo para el viaje que se concretó en 1986.

 

El 18 de octubre, Alfonsín se transformó en el primer presidente en visitar Cuba. Fue recibido por Castro. Hubo movilizaciones para acompañar la llegada del argentino al aeropuerto José Marti. "Esta visita expresa la simpatía de Cuba por la Argentina, que es un país muy querido por todos", declaró Castro.

 

Aquel viaje dejó una anécdota que marcó el pensamiento del dictador. El presidente argentino invitó al Comandante a pescar con él en la laguna de Chascomús cuando terminara su mandato. El líder cubano le contestó: "¿Por qué tenemos que esperar tanto?". Fue una salida humorística para dejar en claro que no tenía pensado dejar el poder. El paseo a Chascomús nunca se concretó, pero sí hubo un viaje a la Argentina.

 

– Menem, el más crítico del régimen cubano

 

La Argentina mantuvo una postura ciclotímica con Cuba durante los dos gobiernos de Carlos Menem. El Riojano expresó en innumerables ocasiones su preocupación por las violaciones de los derechos humanos en la Isla y por la falta de libertad política. No obstante, en la III Cumbre Iberoamericana de 1993 acompañó un documento que condenó implícitamente el bloqueo económico de los Estados Unidos.

 

En ese encuentro de mandatarios se frustró un cara a cara entre Menem y Castro. La diplomacia argentina alegó que el régimen castrista exigía que cesaran los pedidos de Buenos Aires por las violaciones a los derechos humanos en la Isla. En octubre de 1995 Castro estuvo en Bariloche para la V Cumbre Iberoamericana. Se alojó en el hotel Llao Llao y se reunió con Menem. Se jactaron de ser "amigos" e intercambiar "habanos por vinos riojanos". Sin embargo las diferencias políticas eran muy grandes.

 

La relación terminó de implosionar hacia el final del mandato de Menem, en 1999, quien decidió no viajar a La Habana para la Cumbre Iberoamericana que allí se realizaba. "Cuando nosotros conversamos, hay un excelente ambiente, pero cuando habla con la prensa se transforma y dice otras cosas", contestó alguna vez Castro cuando le consultaron por su relación con el líder argentino.

 

– Las relaciones carnales con el kirchnerismo

 

Un día después de que Néstor Kirchner asumiera el poder, Fidel Castro brindó un discurso en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. El líder fue vitoreado por miles de personas y retransmitido en vivo por canales de noticias. Ese hecho marcó el comienzo de otra etapa de estrecho vínculo entre la Argentina y Cuba.

Las relaciones fraternales se mantuvieron incluso cuando el dictador dejó el poder por su enfermedadad. En 2009, Cristina Kirchner realizó una visita oficial a Cuba y los gestos de acercamiento no cesaron hasta 2015, cuando la entonces jefa de Estado mantuvo un encuentro en privado con Castro. "Acá me tratan como si estuviera en mi casa. Tiene que ver con los reclamos contra el bloqueo. No hay muro que pueda durar más de cien años", aseguró.