Dos meses después de entrar en erupción, el volcán Cumbre Vieja de La Palma sigue dejando imágenes sorprendentes. Las últimas tienen que ver con las fumarolas y la condensación a lo largo de la ladera que han dejado un escenario tan perturbador como hermoso.
Para los especialistas, la explicación es sencilla: "Tenemos condensación porque la temperatura ha bajado, hay condensación y depósito de gases", explicó el vulcanólogo Rubén López. "Con la lluvia esa condensación también se ha reforzado, por eso vemos ese efecto como si hubiera nevado", agregó.
Casi nueve semanas los números hablan por sí solos: más de 1000 hectáreas cubiertas por la lava, 7000 personas desalojadas, 2600 edificios destruidos y miles de sismos, uno de ellos este viernes de 5,1. El delta lávico creado por la llegada de lava al océano Atlántico tiene ya una dimensión de 43 hectáreas.
Los daños superan por su parte los 906 millones de euros en afecciones públicas y privadas, incluidos los costes de intervención de las administraciones autonómica, insular y local, pero sin contar aún los daños en las infraestructuras eléctricas, las afecciones a bienes e infraestructuras del Estado ni el coste de intervención de la administración central.
La emisión de gases, por supuesto, también crece. El volcán ha emitido hasta ahora tanto dióxido de azufre como toda la Unión Europea en 2019. Y su actividad no cesa.