El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) dejó ayer la cárcel tras pasar 580 días preso y ahora, beneficiado por una decisión del Tribunal
Supremo, transitará en libertad una condena a 8 años y 10 meses por corrupción pasiva y blanqueo de dinero.
La noticia corrió como reguero de pólvora y generó una ola de adhesiones entre los presidentes y expresidentes del bloque progresista de Latinoamérica, entre ellos, la de la más fiel amiga de Lula, Cristina Kirchner, y de su nuevo mejor aliado, el mandatario electo de Argentina, Alberto Fernández.
Puertas adentro, la medida judicial divide aguas en Brasil donde las redes sociales fueron protagonistas a favor y en contra y supone un duro golpe a la causa conocida como Lava Jato, mayor investigación contra la corrupción en Brasil que salpica a políticos y empresarios de 11 países de Latinoamérica que recibieron coimas de la constructora brasileña Odebrecht. Ahora decenas de condenados en esta causa podrían salir de prisión.
Para colmo, en su primer contacto con sus seguidores tras ser liberado, Lula se mostró desafiante y sostuvo que va a comenzar a recorrer Brasil, lo que polarizaría aún más al país gobernado por el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro.
Quiere probar y pregonar su inocencia y hacer campaña para que el Partido de los Trabajadores (PT) vuelva al poder, aunque él no podrá ser candidato.
Eran las 17.41 hora local cuando el carismático líder del Partido de los Trabajadores (PT) abandonó la sede de la Policía Federal de Curitiba, capital del estado de Paraná (sur) y se echó en brazos de los familiares, simpatizantes y correligionarios que le esperaban a sus puertas.
Al grito "¡Lula libre!¡Lula libre!", el ex jefe de Estado, de 74 años, quedó en libertad tras verse beneficiado por una ajustada decisión tomada en la víspera por el Tribunal Supremo de Brasil, que declaró inconstitucional la prisión de una persona condenada antes de que se agoten todos los recursos en la Justicia.
Sus primeras palabras al salir del presidio fueron para agradecer el apoyo de los militantes que durante 1 año y 7 meses acamparon a las puertas de la Policía Federal en señal de solidaridad. Además, aprovechó para criticar duramente a los integrantes de la Lava Jato, la mayor operación contra la corrupción en la historia de Brasil.
"Necesitaba resistir para luchar contra el lado podrido del Estado, de la Policía Federal, del Ministerio Público, de la Justicia. Trabajaron para criminalizar a la izquierda, a Lula y al Partido de los Trabajadores", dijo un emocionado Lula al salir de prisión.
También atacó a Sergio Moro, el juez que lo condenó en primera instancia y que actualmente es ministro de Justicia en el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, principal detractor político de Lula.
"Salgo de aquí con un gran sentimiento de agradecimiento. Quiero probar que este país puede ser mucho mejor cuando tenga un Gobierno que no mienta en Twitter como hace (Jair) Bolsonaro", manifestó.
Bolsonaro, quien acostumbra a atacar al PT y a la izquierda en sus discursos, se mantuvo en silencio sobre la decisión del Supremo y, en uno de sus discursos, se limitó a ensalzar la labor de Moro.
Quien sí criticó sin empacho la decisión fue su hijo Eduardo Bolsonaro, el diputado más votado de Brasil. "Sueltan a bandidos y desarman al ciudadano. Pobre brasileño…", declaró.
Lula, antiguo líder sindical, tiene previsto reunirse hoy con sus correligionarios en el sindicato de los metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo, su cuna política y donde pasó sus últimas horas atrincherado antes de ingresar en prisión hace 1 año y 7 meses.
Aunque aún hay varias causas que asechan a Lula en la Justicia, incluso una con mayor condena, es difícil imaginarse que el expresidente vuelva a la cárcel. La Corte Suprema, con el fallo de ayer, rompió hasta su propia jurisprudencia para liberar al preso más famoso de Brasil.
Causa con 3 fallos
La condena de Lula por la que estaba preso fue ratificada en tres instancias diferentes, por corrupción pasiva y blanqueo de capitales, después de haber sido hallado culpable de recibir un apartamento (un triplex) en el balneario paulista de Guarujá a cambio de favores políticos a la constructora OAS.