De adolescente Iván Duque no escondía sus aspiraciones de llegar a lo más alto de la política en Colombia: sus profesores y compañeros de escuela lo llamaban "my president". Casi tres décadas después, el candidato que logró aglutinar a la derecha de su país logró ayer cumplir con su sueño "presidencial" al ganar cómodamente el balotaje a su rival en el camino a la Casa de Nariño (sede del Gobierno), el candidato de la izquierda Gustavo Petro.
Iván Duque -de 41 años- ganó ayer la Presidencia de Colombia, un triunfo que le abre el camino para reformar el acuerdo de paz con la desmovilizada guerrilla de las FARC, pero que provoca dudas sobre el futuro de la reinserción de miles de excombatientes.
Duque obtuvo un 53,95 por ciento de los votos (10,3 millones de sufragios), superando por más de 12 puntos porcentuales a Petro, según los cómputos de la Registraduría Nacional.
A los siete años, Iván declamaba de memoria discursos políticos.
La campaña y la elección transcurrieron en medio de la polarización por las propuestas opuestas de los dos candidatos, que tenían diferencias sobre el futuro del acuerdo de paz y del modelo económico del país de 50 millones de habitantes.
Pese a la derrota, la izquierda alcanzó más de 8 millones de sufragios, su votación más alta en la historia de Colombia. Petro ganó más votos de lo que se esperaba y eso quiere decir que una gran parte del país quiere el socialismo.
El presidente electo, apoyado por el expresidente Alvaro Uribe, propone cambiar el acuerdo de paz con los exrebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para obligarlos a que primero respondan ante la justicia por sus crímenes antes de ocupar cargos políticos, pero manteniendo el actual modelo económico de mercado. Sin embargo, las modificaciones que plantea Duque no son fáciles de implementar debido a que el acuerdo fue ratificado por la Corte Constitucional y tiene el respaldo de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas.
En las primeras elecciones presidenciales desde que se firmó la paz con las FARC en 2016, los votantes eligieron al sucesor de Juan Manuel Santos, quien dejará la presidencia en agosto tras ocho años en el poder y pasará a la historia por haber logrado el acuerdo para acabar en gran parte un conflicto armado de más de medio siglo que ha dejado 220.000 muertos.
Duque quiere hacer cambios y "correcciones" al acuerdo para garantizar justicia y reparación a las víctimas lo que ha despertado temor entre muchos colombianos por el riesgo de que los excombatientes de las FARC se sientan traicionados y decidan regresar a las armas, sumándose a las disidencias, a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) o a bandas criminales.
Varias regiones de Colombia que fueron desalojadas por las FARC tras el acuerdo de paz, que le permitió a la exguerrilla convertirse en un partido político y tener 10 escaños en el Congreso, han tenido una notable reducción de la violencia. Otras áreas disidentes de las FARC, el ELN y bandas criminales combaten por controlar las zonas estratégicas para el narcotráfico y la minería ilegal.
Pero el acuerdo del paz no es el único desafío que enfrentará Duque tras su asunción el 7 de agosto próximo.
La economía de 320.000 millones de dólares enfrenta una desaceleración, una nueva generación de grupos ilegales armados dedicados al narcotráfico controla zonas desalojadas por las FARC y casi un millón de inmigrantes venezolanos han llegado huyendo de la crisis económica y social en el país petrolero.
La cuarta economía de América Latina, también enfrenta una desaceleración.
Duque, un abogado de 41 años experto en economía y amigo del libre mercado, propuso en la campaña reducir los impuestos a las empresas para atraer más inversión extranjera, al tiempo que se comprometió a dar estabilidad jurídica a los sectores petrolero y del carbón, los principales generadores de ingresos por exportaciones.
La conservadora Marta Lucía Ramírez se convirtió ayer en la primera mujer en ser elegida vicepresidenta de Colombia, como compañera de Iván Duque, en una fórmula que ha aglutinado a la derecha. Esta abogada de 63 años está considerada como una mujer de armas tomar al haber sido hasta ahora la única en ocupar el cargo de ministra de Defensa en un país donde las Fuerzas Armadas son una institución de gran peso en la vida política. En el Gobierno de Álvaro Uribe (2000-2010), Ramírez tuvo por 15 meses la tarea de liderar el combate frontal contra la guerrilla de las FARC. Con esa lucha, que se constituyó en el pilar del Gobierno, buscó recuperar el terreno perdido militarmente con los grupos insurgentes en las administraciones anteriores. También hizo frente a la corrupción al interior de la institución castrense al centralizar las compras, y estableció la primera escuela de Derechos Humanos de las Fuerzas Armadas.