Horas de máxima tensión e incertidumbre se vivieron ayer en Turquía después que, tras una serie de ataques, las Fuerzas Armadas del país tomaron el poder al controlar varios puntos estratégicos de Estambul, pero el Ejército del presidente, Tayyip Erdogan, logró anoche neutralizar la intentona golpista.

Hubo una serie de enfrentamientos en Ankara y anoche algunas agencias de noticias reportaron la muerte de 17 policías a causa de una explosión en una sede de la fuerza de seguridad durante la asonada. También se reportó la caída de un helicóptero que al parecer era utilizado por los golpistas. Y se hablaba de 2 civiles muertos.

Si tenía éxito, el derrocamiento de Erdogan, que ha gobernado Turquía desde el 2003, hubiera sido uno de los mayores cambios de poder en Oriente Medio en años y transformaría a uno de los aliados más importantes de EEUU en la región mientras que la guerra hace estragos en su frontera.

‘Vamos a superar esto‘, dijo Erdogan en una llamada de video a un teléfono móvil sostenido ante una cámara por un presentador de CNN en Turquía. El mandatario llamó a sus seguidores a salir a las calles para defender a su Gobierno y dijo que los golpistas pagarían un alto precio.

Un funcionario dijo que Erdogan habló desde Marmaris, en la costa de Turquía, donde se encontraba de vacaciones y, como prometió horas antes, logró volver rápidamente a Ankara ya que el Ejército logró sofocar a los rebeldes.

Por esas horas, el primer ministro, Binali Yildirim, aseguró que el Gobierno electo se mantenía en el cargo. Sin embargo, quienes estaban detrás del intento de golpe tenían una ventaja inicial, pero duró poco.

Durante la intentona, los aeropuertos fueron cerrados, el acceso a las redes sociales en Internet restringido y las tropas sellaron los dos puentes sobre el Bósforo en Estambul, uno de los cuales todavía estaba iluminado en rojo, blanco y azul en solidaridad con las víctimas del ataque perpetrado con un camión en el Día de la Bastilla en Francia un día antes -ver páginas 14 y 15-.

Aviones de combate y helicópteros sobrevolaban la capital Ankara. Una explosión fue escuchada en la ciudad, donde un helicóptero abrió fuego. Los soldados rebeldes tomaron el control de la televisión estatal TRT, que anunció un toque de queda y el estado de sitio.

Un locutor leyó un comunicado sobre las órdenes de los militares que acusaron al Gobierno de socavar la democracia y el estado de derecho laico. El país sería gobernado por un ‘consejo de paz‘ que garantice la seguridad de la población. Sin embargo, en la madrugada, este incierto panorama se había revertido. Los medios de comunicación acallados por los rebeldes volvieron a emitir en forma normal y la gente que había salido a repudiar el golpe comenzó a festejar en las calles y en monumentos emblemáticos de la capital.

Previamente, la agencia estatal de noticias Anadolu dijo que el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas estaba entre un grupo de personas que fueron tomadas como ‘rehenes‘ en Ankara.

En tanto, una fuente de alto rango de la Unión Europea que seguía de cerca la situación dijo: ‘Este parece ser un golpe relativamente bien orquestado por un conjunto significativo de militares, no sólo unos cuantos coroneles’. En una declaración conjunta después de reunirse en Moscú, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, llamaron a evitar un derramamiento de sangre, y el Departamento de Estado pidió a los estadounidenses en Turquía que se refugien en sus casas.