Incendios forestales arrasaban ayer el centro de Rusia, provocando la muerte de al menos 26 personas y obligando a evacuar a miles en el verano más caluroso en los últimos 130 años. Pueblos enteros en el centro de este país quedaron

destruidos por el desastre que ayer obligó al Gobierno ruso a movilizar el Ejército.

"Que ayuden en lo que puedan. La situación es realmente grave", aseguró el presidente ruso, Dmitri Medvédev, al autorizar el uso de los efectivos de las Fuerzas Armadas para frenar el avance del fuego. Los miles de soldados, que utilizarán blindados y otros vehículos militares, se suman a los más de 200.000 efectivos del ministerio de Situaciones de Emergencia que ya participan en las labores contra incendios.

Medvédev y el primer ministro ruso, Vladímir Putin, tuvieron que modificar sus agendas de trabajo para encargarse personalmente de la gestión de esta crisis, que ha tomado desprevenidas a las autoridades federales y locales. "Lamentablemente, carecemos de las capacidades para afrontar tales desastres naturales. En el futuro habrá que pensar en aumentar el parque de aviones contra incendios", reconoció el jefe del Kremlin. Putin se desplazó a la región de Nizhni Nóvgorod, donde en las últimas horas los incendios han matado a diez personas y destruido 664 casas en varias localidades del municipio de Vyksa.

El fuego, que ha obligado a evacuar a miles de personas, entre ellas centenares de niños que descansaban en campamentos de verano, amenaza a otra media docena de pueblos, en los que viven más de 10.000 personas. Precisamente, las inusualmente altas temperaturas, que superan estos días los 40 grados en el centro del país, fueron la causa del incendio que arrasó 341 casas de Vérjnaya Vereya, una localidad de casi 600 habitantes, que tuvieron que resguardarse en escuelas de la capital municipal.

Según cálculos, unas 2.178 personas quedaron sin hogar en toda Rusia. Cientos fueron evacuados, incluyendo 900 pacientes de un hospital de Voronezh que estaba amenazado por las llamas y 1.200 niños de campamentos de verano en Ryazan.

Putin salió al paso de las quejas de la población de que las autoridades se comportaron con negligencia y no reaccionaron a tiempo, prometiendo que la Fiscalía dirimirá responsabilidades entre las autoridades locales. "Antes del invierno, cada casa será restaurada. Lo prometo, el pueblo será reconstruido", dijo Putin, al tiempo que consolaba a varios de los residentes que se quedaron sin hogar.

Unas siete personas, entre ellas dos bomberos, murieron en incendios en la región de Moscú, muchos de ellos en yacimientos de turba, un combustible vegetal altamente inflamable y difícil de apagar.

Por esa razón, Moscú amaneció varios días de esta semana cubierta por una nube de humo, que causó numerosos trastornos a los diez millones de habitantes de la capital. En las céntricas regiones de Ryazan y Voronezh el fuego también se ha cobrado la vida de cuatro y cinco personas, respectivamente, mientras cerca de 200 casas fueron pasto de las llamas en la región de Lípetsk, y lo mismo ocurrió en Vladímir.

El hecho de que la mayoría de casas en las aldeas y pequeñas ciudades, además de las clásicas "dachas" (casas de campo), sean de madera facilita la rápida propagación de los incendios. El lunes el primer ministro alertó a las autoridades regionales sobre la magnitud de los incendios forestales en este país, que alberga una de las mayores superficies boscosas del planeta.