Brasil encara hoy la elección más violenta, disputada e inédita de la historia reciente con el balotaje entre el ultraderechista exmilitar Jair Bolsonaro y el profesor universitario y exministro de Educación Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).
La elección estuvo marcada por una campaña que inauguró una era en la historia democrática mundial: la diseminación de noticias falsas por las redes sociales como Facebook, como ocurrió en EEUU, pero mediante Whatsapp en el caso del gigante sudamericano.
Por eso la Justicia investiga a Bolsonaro por su supuesta vinculación con el financiamiento ilegal mediante empresarios vinculados al envío por Whatsapp de noticias falsas sobre su rival.
En la primera vuelta Bolsonaro ganó con el 46% contra el 29% de Haddad. Para esta segunda vuelta (balotaje), las encuestas le atribuyen para hoy una votación cercana al 56% de Bolsonaro.
De todos modos, Bolsonaro vio reducir drásticamente en las últimas horas su favoritismo. Desde que fue víctima de un atentado el 6 de septiembre, Bolsonaro estuvo internado y luego se limitó a aparecer en las redes sociales: su principal promesa de campaña es armar a la población y luchar contra la corrupción.
En la jornada previa a las elecciones, en la que la legislación brasileña permite aún actos en las calles, Haddad acudió ayer a la mayor favela de San Pablo, Heliópolis, donde afirmó que Bolsonaro "es una persona que no respeta las instituciones y defiende el retorno del fascismo, de la cultura de la violación y de la tortura". En una recordada discusión, Bolsonaro le gritó a una diputada del PT: "No te violo porque no te lo mereces".
En cuanto a su rival, el exministro de Educación de Luiz Inácio "Lula" da Silva y exalcalde de la ciudad de San Pablo asumió en septiembre la candidatura debido a que el expresidente, gran favorito en las encuestas, fue inhabilitado por estar preso y condenado por corrupción.
La campaña fue la más violenta desde la redemocratización en 1985: bolsonaristas asesinaron a tres personas que pensaban diferente desde la primera vuelta y se registraron más de 70 ataques homofóbicos y por cuestiones políticas contra votantes de izquierda.
Además, esta es la primera vez que hay una segunda vuelta desde 1994 sin el bipartidismo PT-Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). El voto anti-PT fue uno de los principales argumentos victoriosos de Bolsonaro pese a que él es un diputado del sistema tradicional.
Bolsonaro pertenece al diminuto Partido Social Liberal (PSL) que logró el segundo bloque del Congreso en la primera vuelta, detrás del PT. El avance de la ultraderecha también se definirá en las elecciones de segundo turno en las gobernaciones, entre ellas San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais.
Haddad obtuvo ayer el apoyo de un emblema en la lucha contra la corrupción, el expresidente del Supremo Tribunal Joaquim Barbosa: dijo que tenía "miedo" de la victoria de Bolsonaro, un excapitán que durante su carrera parlamentaria defendió la dictadura militar y la tortura a los detenidos. Télam
>Un electorado de 147 millones de personas
Más de 147 millones de brasileños están llamados a votar hoy para elegir al próximo presidente del Gobierno, que será o bien el derechista Jair Bolsonaro o el izquierdista Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores).
Según la Justicia Electoral, en esta segunda vuelta electoral participarán "147.306.275 electores", que en algunos casos también tendrán que escoger al gobernador de su estado.
En Brasil, el voto es obligatorio; para los ciudadanos de entre 18 y 70 años, y opcional para analfabetos y jóvenes de entre 16 y 18 años. Los electores que no desean o no puedan votar deben justificarlo con antelación, sino se arriesgan a penalizaciones futuras, como dificultades a la hora de renovar el pasaporte, por ejemplo.
El país fue pionero en los años 90 en incorporar el uso de urnas electrónicas, sistema que se mantiene hasta ahora y que evita el uso de papeletas. A lo largo de la campaña, Bolsonaro criticó el uso de las urnas electrónicas argumentando que eran susceptibles de fraude, pero la Justicia Electoral lo corrigió e incluso lo obligó a retirar de sus anuncios de televisión un video en el que lanzaba esas sospechas.