Aunque para sus íntimos era algo esperable, para el resto del mundo fue un bombazo: el príncipe Harry y su esposa Meghan Markle decidieron renunciar a sus funciones en la realeza británica, mudarse parte del año a EEUU y Canadá, iniciar una fundación solidaria y, lo más "revolucionario", ponerse a trabajar de forma independiente para no vivir más del subsidio de la Corona, que con impuestos de los ciudadanos británicos les otorgaba más de 2,6 millones de dólares al año sólo para gastos.
"Ahora planeamos repartir nuestro tiempo entre el Reino Unido y América del Norte, seguiremos honrando nuestro deber con la Reina, la mancomunidad (británica) y nuestros patrocinios", dijeron Harry y Meghan en un comunicado en la plataforma de redes sociales Instagram.
El príncipe y Meghan se casaron en mayo del 2018 en una lujosa ceremonia en el Castillo de Windsor, al oeste de Londres, y en mayo del 2019 la pareja, conocida formalmente como el duque y la duquesa de Sussex, tuvo su primer hijo, un niño al que llamaron Archie Harrison Mountbatten-Windsor.
Harry, de 35 años, está actualmente en el sexto lugar en la línea de sucesión al trono (es nieto de la reina Isabel) y había muchas especulaciones en los medios de que él y Meghan, de 38 años, planeaban alejarse de la vida pública desde su regreso este mes de unas vacaciones de seis semanas en Canadá.
El año pasado, Harry dijo que había tenido desacuerdos con su hermano mayor, el príncipe William, quien es el segundo en la fila para acceder al trono, y tanto Harry como Meghan han tenido una relación tensa con algunos periódicos británicos.
La pareja dijo que dividir su tiempo entre Gran Bretaña y Norteamérica "nos permitirá criar a nuestro hijo con un aprecio por la tradición real en la que nació, al mismo tiempo que brindamos a nuestra familia el espacio para concentrarse en el siguiente capítulo".