El papa Francisco pidió ayer que "los adversarios se den la mano" y que se sigan "proyectos de paz", al encabezar en el Coliseo Romano el tradicional Vía Crucis para el que además invitó a una familia rusa y a una ucraniana a participar juntas de la ceremonia.
"Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos apartemos de ti; convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz", pidió el pontífice durante la celebración que encabezó frente al histórico monumento de la capital italiana.
"Lleva a los adversarios a darse la mano para que gocen del mutuo perdón, desarma la mano levantada de su hermano contra su hermano para que donde haya odio florezca la armonía", agregó luego el Papa durante una celebración que estuvo marcada por el conflicto abierto tras la invasión rusa hace más de 50 días.
El conflicto entre Ucrania y Rusia estuvo también presente en la estación 13 de la celebración, en la que los textos fueron escritos por una mujer de cada país, Irina y Albina, que luego cargaron juntas y en silencio la cruz junto a sus familias. La ucraniana, Irina, es enfermera en el centro de cuidados paliativos "Together in Care" de la Fondazione Policlínico Universitario Campus Bio-Medico de Roma, y la rusa, Albina, es una estudiante de la carrera de enfermería del Campus Universitario Bio-Médico.
En la meditación conjunta, las dos mujeres aseveraron que "de frente a la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras" y pidieron "que cada uno, en su corazón, rece por la paz en el mundo".
En el texto preparado, pidieron que "las familias destruidas por lágrimas y sangre" a causa del conflicto tengan "la paciencia del perdón".
Francisco, mientras tanto, se mantuvo serio y reflexivo y siguió el acto desde un palco colocado al pie del monte Palatino, situado frente al anfiteatro Flavio.