Con su arraigada calma y voz suave, el Papa Francisco I, el argentino Jorge Mario Bergoglio, auguró ayer que su pontificado será ‘fructuoso‘ para la Iglesia Católica, en su primera aparición pública desde el balcón de la Capilla Sixtina tras ser ungido pontífice, en la que destacó que viene desde ‘el fin del mundo‘.
‘Ustedes saben que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma, y parece que mis hermanos cardenales han ido a escoger al fin del mundo‘, destacó el flamante Papa ante la sonrisa cómplice de los cardenales que lo rodeaban.
Francisco I salió a las 20.22 hora local (a las 16.22 de Argentina) y saludó a los miles de fieles presentes en la plaza San Pedro, antes de impartir su esperada bendición al mundo.
Mientras la banda tocaba los acordes del Himno vaticano, la multitud saludó con un griterío ensordecedor al sucesor de Benedicto XVI, quien, después de bendecir a los fieles, permaneció en silencio.
El nuevo pontífice no salió al balcón con estolas granates bordadas, sólo con la típica túnica blanca papal, una clara imagen de austeridad. Además, llevaba la cruz pectoral negra, de obispo, en lugar de la dorada típica de los papas.
Tras esperar unos momentos, Francisco I dijo: ‘hermanos y hermanas, buenas noches‘, y destacó que los cardenales católicos ‘han ido a escogerlo al fin del mundo‘.
Luego, agradeció ‘la acogida de la comunidad diocesana de Roma a su nuevo obispo‘ y propuso una oración por Benedicto XVI, que renunció el mes pasado, la primera en 600 años.
‘Antes que nada quiero hacer una oración por nuestro Papa emérito Benedicto XVI, para que el señor lo bendiga‘, dijo Francisco I y comenzó a rezar en italiano un Padrenuestro, luego un Avemaría y por último un Gloria.
‘Y ahora, comenzamos este camino, el obispo y el pueblo. El camino de la Iglesia de Roma. Este camino de la Iglesia de Roma que presido. Rezamos por todo el mundo, para que sea una gran hermandad‘.
‘Y auguro que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario aquí presente, será fructuoso para la Iglesia y para esta bella ciudad‘, añadió.
‘Y ahora, querrán que les dé la bendición. Pero primero, antes de que el obispo bendiga al pueblo, yo quiero que recen para que el Señor me proteja’.
‘La oración del pueblo para el Papa. Recemos en silencio esta oración de ustedes por mí‘, dijo Francisco I. Fue ahí que se colocó la estola para realizar la bendición Urbi et Orbe y dijo: ‘Les doy la bendición a ustedes y a todo el mundo. A todos los hombres y mujeres de buena voluntad‘. Una vez realizada la bendición, Francisco I se quitó la estola y volvieron a sonar los himnos vaticano e italiano, mientras el flamante Papa observaba a la multitud. Allí, volvió a dirigirse a la multitud: ‘Recen por mí. Y nos vemos pronto. Mañana quiero ir a rezar a la Virgen. Buenas noches y descansen bien’. Tras saludar a los miles de fieles, el Papa Francisco I, de 76 años, abandonó el balcón de la Basílica de San Pedro.

